Por: José Arnulfo Bayona
10 de mayo, 2021 Maracaibo Venezuela
Para nosotros la Coordinación Nacional Autónoma e Independiente de Trabajadores (CAIT), en Colombia se desarrollan las movilizaciones más importantes del continente, y un triunfo en el país será de todos los trabajadores y las trabajadoras y las masas populares en el continente, en razón de esto, en el marco del debate libre, e intercambio entre militantes de diferentes orígenes político, sindicales. Publicamos este artículo del docente colombiano José Arnulfo Bayona de la Red Socialista de Colombia.
EL
panorama que va dejando la gran crisis económica, humanitaria y sanitaria, que
golpea al pueblo colombiano es cada día más desolador, ya registra la pérdida
de millones de empleos, el cierre de cientos de miles de pequeñas y medianas
empresas, la desesperación de millones de familias que vivían del rebusque en
la informalidad, el hambre que azota millones de hogares en donde apenas pueden
(si acaso) consumir una ración de comida diaria, 72.300 seres humanos muertos
(87.000 según el DANE) a causa del coronavirus, cerca de 2.700.000 personas
contagiadas, poblaciones rurales y urbanas enteras sometidas al terrorismo del
estado, las bandas paramilitares y grupos armados de las mafias del
narcotráfico que han asesinado a miles de pobladores y centenares de sus
líderes y lideresas, además de someterlas a la desaparición de personas y el
desplazamiento forzado de centenares de miles de familias de sus territorios,
violación generalizada de los derechos humanos, asesinato de cerca de 300
excombatientes desmovilizados de las Farc y recrudecimiento de las acciones de
los grupos guerrilleros, como consecuencia de la política del Uribato, del cual
forma parte el subpresidente Duque, de hacer trizas los acuerdos de paz.
Situación
cada día más grave y preocupante, dada la relevante ineptitud, incapacidad y
falta de voluntad del gobierno para encontrar salidas y soluciones adecuadas a
cada una de las crisis que confluyen en este pandemonio en que ha sido
sumergido el país entero. Las medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia
no solo resultaron completamente ineficaces, sino que fueron pensadas para
favorecer los grandes negocios y no para proteger la vida de la población,
especialmente la de los más pobres y desprotegidos. La prueba es que hoy
Colombia ocupa el cuarto lugar en el mundo, por el número de muertos y de
contagiados por millón de habitantes. Entre tanto los billones de pesos,
supuestamente destinados para hacer frente a la pandemia, se fueron a engrosar
las arcas de los bancos, las EPS y los bolsillos de las grandes empresas, amén
del saqueo de los recursos destinados a las limosnas del llamado “Ingreso
solidario”, que la corrupción de altos funcionarios nacionales y regionales lo
convirtió en el barril de los puercos, mientras millones de familias se vieron
enfrentadas al dilema de morirse de hambre en confinamiento o salir al
rebusque, corriendo el riesgo de ser contagiados por el virus y morir.
En
medio de este espantoso escenario, al gobierno Uribe-Duque le dio por presentar
a consideración del Congreso de la República, mayoritariamente hegemonizado por
la alianza de los partidos que lo eligieron, su tercera reforma tributaria, un
nuevo paquetazo neoliberal, disfrazado con un invisible traje social, “para
fortalecer la política de erradicación de la pobreza” y “para atender los
efectos generados por la pandemia”, que de ser aprobada, afectará gravemente el
bolsillo y la comida de la inmensa mayoría de colombianos y colombianas,
porque, de hecho, traerá consigo más pobreza e incrementará el hambre y
miseria.
Con
esta reforma se pretende gravar la casi totalidad de los productos de la
canasta familiar, las carnes de res y cerdo, los pescados, la leche, los
huevos, la sal, las legumbres, las hortalizas, los cuadernos y los textos
escolares, los tampones, etc. que pasarán de la categoría de exentos a la de
excluidos, es decir que los productores no podrán recuperar el IVA pagado por
los costos de producción y en consecuencia los trasladarán a los consumidores
en cuantía del 19%, lo cual repercutirá directamente en el incremento del costo
de vida y la drástica reducción de los menguados ingresos familiares.
El
IVA del 19%, también se aplicará a las tarifas de los servicios públicos de los
estratos 4, 5 y 6, lo mismo sucederá con el servicio de internet, pero a partir
del estrato tres, las familias que deberán seguir haciendo malabares para hacer
frente a la carestía de la vida, tendrán que pagar elevados precios por los
servicios funerarios de sus muertos. Los combustibles, gas, gasolina y ACPM
serán gravados con la misma tasa, equivalente a un incremento de $1300 por
galón. Las herramientas del trabajo y el estudio en casa, los computadores
cuyos precios sean de $1.815.000, los celulares y las tabletas de $798.000 en
adelante, aumentarán su precio en un 19%.
La
reforma trae el regalito de impuestos a los insumos agrícolas: motores fuera de
borda, ladrillos, guadañadoras, abonos, tractores, distritos de riego y muchos
otros tendrán IVA, en consecuencia, se elevarán los costos de la construcción,
la vivienda y los precios de los productos de pan coger. De sobrepeso, con esta
reforma, los trabajadores y personas que tengan salarios o ingresos de
$2.420.000 en adelante pagarán impuesto de renta este año y el año entrante
este impuesto se cobrará a los ingresos de $1.624.000 en adelante y, como si
fuera poco, a los trabajadores del estado le serán congelados los salarios por
los próximos cinco años. De remate la reforma incluye la propuesta de crear
peajes para carros y motos en calles y avenidas de las principales ciudades del
país.
Pese
al silencio cómplice de los medios oficiosos del régimen, las alertas cundieron
como pólvora a través de las redes sociales, así como la postura de denuncia y
rechazo de los sectores de oposición en el Congreso, el Comando Nacional de las
centrales sindicales y de pensionados, así como otros sectores, organizados
desde los paros anteriores, convocaron el paro para el 28 de abril próximo
pasado, que contó, según encuesta mostrada en CMI, con apoyo del 73% de la
población colombiana.
El
descontento fue tal que alarmó a los partidos aliados del gobierno Uribe-Duque
en el congreso, quienes anunciaron que no apoyarían la reforma tal como había
sido presentada, la oposición anunció un rotundo no a la reforma y lo propio
hizo el partido liberal, el cinismo y la desfachatez corrió por cuenta del
partido del uribato, el de Álvaro Uribe y su subpresidente, al anunciar que no
apoyarían los gravámenes a los salarios, los ingresos bajos y los servicios
públicos y llamaron, con el aval del gobierno, a conciliar una reforma menos
agresiva con las clases golpeadas por la pandemia. Cinismo que puso de presente
que, siendo plenos conocedores de la propuesta de su patrón y su subalterno,
ahora pretendían aparecer como los defensores de las víctimas de sus gobiernos
anteriores y del actual, pero no les funcionó. El pueblo ya no traga entero;
nada bueno pueden esperar las clases trabajadoras de un partido cuyo patrón y
sus aliados han expoliado al país y despojado al pueblo de elementales derechos
durante ya casi 25 largos años, ellos saben que una sobredosis de mermelada los
hará cambiar de opinión sin la menor duda; es el método engaña bobos de
siempre.
La
preocupación por el descontento popular contra esta infame reforma es tal, que
a Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, no le importó dejar en evidencia que
el paquetazo de la anterior reforma tributaria, fue una descarada argucia
fiscal para salvaguardar intereses de los grandes empresarios y de los dueños
de los bancos, mediante todo tipo de exenciones y descuentos tributarios,
decidió proponer una reforma alternativa para que “el recaudo recaiga sobre las
empresas y no sobre las personas”, para recoger, “no los 23,4 billones” de la
reforma del gobierno, sino “entre 10 y 15 billones”. La ANDI renuncia
veladamente a los regalos del gobierno en la reforma anterior, y propone
“suspender la medida de descuento del impuesto a la industria y comercio” que
para este año será del 50% del valor pagado y a partir del año entrante del
100%, para recuperar, según él, 5.2 billones de pesos que les habían regalado
por ese concepto. Propone además “aplazar la reducción de la tarifa general del
impuesto sobre la renta, que para este año será del 31% y para el año entrante
del 30%, con lo cual se recuperaría el otro regalito de 6.2 billones que les
había hecho el gobierno. Su propuesta incluye también “establecer por dos años
el impuesto al patrimonio a personas naturales con patrimonio líquido superior
a cinco mil millones de pesos, con una tarifa del 1% para recaudar un billón de
pesos. Pero como, capitalista que se respete no da puntada sin dedal, exige
como contraprestación la venta de activos públicos para fondear programas como
ingreso solidario y PAEF (Subsidio directo al pago de nómina de trabajadores
dependientes).
Otro
regalo que debería ser suspendido, son las ventajas tributarias otorgadas a las
zonas francas, para recuperar por lo menos 580 mil millones por impuesto de
renta, dejados de percibir desde 2019 y casi 2 billones por IVA. (Jorge Coronel
López. Revista Sur abril 19). Con estas fabulosas sumas, penalizando la evasión
y la elusión de impuesto de los ricos y los re-ricos e impidiendo que la
corrupción siga robándose los 50 billones cada año, el estado tendría dinero
para hacer frente a la pandemia otorgando una renta básica a los de abajo y
para superar con creces la crisis.
Portentoso el paro nacional
El
pueblo entendió que la reforma de Uribe-Duque era un asalto a sus menguados
ingresos y a su comida diaria, impuestos que traerían más hambre y más penurias
a sus familias; por ese motivo, contra todo pronóstico, salió masivamente al
paro nacional del 28 de abril. La desesperación, de saber que la tal reforma
les aumentaría sus sufrimientos los llevó a superar el pánico a la pandemia,
hicieron caso omiso a la propaganda sucia en medios de comunicación, que
culpabilizaba a los convocantes de los contagios que se pudiesen presentar,
desacataron el “fallo” descabellado y autoritario de una magistrada del
tribunal de Cundinamarca, ordenándole al gobierno nacional y los gobiernos
regionales y locales prohibir las movilizaciones y salieron hechos multitudes a
las calles, carreteras y plazas públicas, de las ciudades, pueblos y veredas de
todo el país.
Según
balance del comando de paro, más de siete millones de trabajadores, campesinos,
mujeres, pensionados, jóvenes, taxistas, camioneros, mineros, estudiantes,
médicos, médicas, enfermeras y enfermeros, negritudes, indígenas,
ambientalistas, feministas, defensores de los DD.HH, comerciantes, pequeños y
medianos empresarios, salieron a levantar su voz contra la reforma tributaria y
el régimen inepto, incapaz injusto y corrupto de Uribe y su subpresidente,
“Uribe paraco el pueblo está berraco”, fue el grito de las multitudes en las
calles. Dijeron basta ya de genocidios y terrorismo de estado, de exterminio de
indígenas, campesinos, excombatientes de las Farc, no más saqueo de los
recursos públicos de la salud, no al proyecto de ley 010, no a las reformas
laboral y de las pensiones, renta básica para los millones de familias
arrojadas a la pobreza, vacunas gratuitas para todo el pueblo ya,
El
paro también fue por el derecho a la vida, contra la guerra, por la paz contra
el fracking, contra la gran minería, en fin, contra la ineptitud del gobierno,
no solo para enfrentar la pandemia sino por su incapacidad para gobernar. La
gran jornada de paro puso en evidencia la ruptura con el pánico sembrado por el
gobierno, pero también fue evidente el desespero de la gente por el hambre y la
desidia del gobierno para resolver sus necesidades más apremiantes. El pueblo
se acerca a una época emancipadora en su lucha por un país en donde prime la
paz, la igualdad, la equidad, la alegría, y la justicia.
*Miembro de la Red
Socialista de Colombia.
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