Por:
Julio Turra. Maracaibo 26-11-2020
Con
apenas 60 años, cumplidos el 30 de octubre, murió el extraordinario futbolista
y “izquierdista de pie, fe y cerebro”, como él mismo dijo, Diego Maradona.
Quienes
lo vieron jugar nunca olvidarán los momentos de puro arte, espontaneidad y
determinación que marcaron su carrera en el deporte más popular del
planeta. Fuera de la cancha, Maradona nunca negó su pobre origen en un
barrio pobre de las afueras de Buenos Aires, Villa Fiorito, donde Dieguito se hizo.
Sin
ser un activista político organizado, Diego aprovechó los focos de su fama
mundial para ponerse al lado de los oprimidos contra los opresores, con la
conciencia de que la pobreza de la que había logrado escapar gracias al fútbol
no era natural, era responsabilidad por un sistema injusto y siguió azotando a
la gran mayoría de los pueblos del mundo.
Una
imagen de Maradona, tan presente como la de sus metas y movimientos mágicos, es
la de su entusiasta participación en el “entierro” del ALCA en Mar del Plata en
2005, junto a Néstor Kirchner, Lula, Hugo Chávez y miles de manifestantes que
celebraron la derrota del proyecto imperialista de George W. Bush de anexar
toda América Latina a una zona de libre comercio con Estados Unidos.
Diego
tenía un genuino sentimiento antiimperialista, que lo enorgullecía de ser
compatriota del Che Guevara, de ser amigo de Fidel Castro, defensor de Lula,
Evo y otros líderes hostigados por las élites sometidas a los “gringos” en
nuestro continente.
Miles de jóvenes argentinos de su generación perdieron la vida o fueron mutilados por la maquinaria de guerra británica en la Guerra de Malvinas de 1982. ¡Imagínense lo que sintieron los “hermanos” con los goles de Maradona, en él frente a frente, contra Inglaterra en el Mundial de 1986!
Lo
mismo ocurre con la gente de Nápoles, discriminada, como sus vecinos del sur de
Italia, como "beduinos" por la élite del norte, cuando vieron a su
equipo dos veces campeón contra los equipos de Turín y Milán, gracias a la
genialidad de Maradona.
El
negocio del fútbol, con sus miles de
millones, está
lleno de tentaciones y Diego nunca ha sido un “santo” ni un deportista ejemplar. Como Garrincha, como
recordaba Juca Kfouri, nunca pudo haber sido tenista, nadador, voleibol o
baloncesto. Cualquier
comparación entre lo que fue en el fútbol con otros ídolos como Pelé o Messi es
imposible (por no hablar de Zico o Rivelino, que una prensa “bairrista” incluso
comparó con Diego).
Fue
un caso único, un jugador que señaló con el dedo acusador en la cumbre FIFA que
preside Havelange, tanto en la inexistente penalización que dio a Alemania el
título mundial de 1990 como en el episodio de su suspensión del Mundial de 1994
por dopaje grave. Explicó, con la complicidad de la mafia que dirigía la AFA
(Asociación del Fútbol Argentino) entonces.
Se
necesitará a Maradona en un mundo en crisis, cuya quiebra del sistema
imperialista intenta compensar con dosis masivas de mediocridad y conformismo
para intentar anestesiar la resistencia de los pueblos. Diego era lo
contrario del mediocre y conformista, era un hombre de nuestro tiempo que se
ponía del lado de los pueblos
¡Diego Armando Maradona, presente!
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