Oleada humana frente a la Casa Blanca, Washington. |
Por: Devan Sohier… Maracaibo 06-06-2020
Una pintada
escrita a toda prisa en una caseta de obra de Minneapolis: «2018: Francia;
2019: Hong Kong y Chile; 2020: Minneapolis.» Al señalar la continuidad de las
manifestaciones actuales con las de los Chalecos Amarillos, las de los
estudiantes de Hong Kong y las de las masas chilenas, este manifestante anónimo
ilustra el alcance mundial de esta explosión social.
Explosión que se
produce en el corazón de los Estados Unidos, el imperialismo más poderoso. No
son las primeras revueltas que se dan en los Estados Unidos, pero la situación
tiene hoy un carácter particular: ningún enfrentamiento entre comunidades, sino
por el contrario la unión de negros norteamericanos, latinos, un amplio sector
de la juventud blanca; no es una explosión localizada, sino que abarca
simultáneamente a todas las grandes ciudades del país, ¡más de 150!
El imperialismo
dividió a la clase obrera estadounidense: por razas, por Estados, por
profesiones. Al reagrupar a todos los componentes de la población, sobre la
base del reconocimiento de la situación particular de los negros
norteamericanos, estas manifestaciones son un paso en la reconstrucción de su
unidad.
Las terribles imágenes
de la muerte de George Floyd han provocado está decidida cólera de toda la
población negra norteamericana, y no solo de ella. Esta nueva muerte condensa
la brutalidad del régimen estadounidense contra los trabajadores, y especial-
mente contra los negros. Es la misma brutalidad que, en estas últimas semanas,
ha arrojado al paro, a la miseria y a la enfermedad a millones de
norteamericanos. Los negros son siempre los más afectados por ser los más
precarizados; pero es un ataque frontal contra todos los trabajadores y la
población obrera. Hay consciencia de ello entre los manifestantes.
La crisis del
aparato de Estado estadounidense se pone al descubierto con estas
manifestaciones. Policías y guardias nacionales (los militares en la reserva a
cuya ayuda han recurrido los gobernadores de más de veinte Estados) se unen a
los manifestantes. Esas escenas de confraternización expresan la crisis que
desgarra a las instituciones estadounidenses. Frente al desarrollo de las
manifestaciones, Donald Trump amenaza a los gobernadores de los Estados con
desplegar el ejército para sofocar el movimiento que ellos no logran
contener. Todo el sistema político estadounidense está en tela de juicio, tanto
republicanos como demócratas, puesto que todos han perpetuado la opresión de
los negros en los Estados Unidos. La muerte de George Floyd es un
desencadenante de esta revuelta de los negros, de los latinos, de un amplio
sector de la juventud blanca que, juntos, quieren res- pirar y cuestionan la
política de las altas instancias de los Estados Unidos. No es solamente una
cuestión estadounidense. Tiene un alcance mundial.
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