Por: Ángel Tubau ,1 de agosto 2017
Artículo publicado en Informations Ouvrières 484 del 2 de agosto 2017
(Maracaibo 3-8-2017)
El domingo 30 de julio, han
tenido lugar las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente convocadas
el mes de mayo por el gobierno de Nicolás Maduro, De acuerdo con las
prerrogativas que le otorga la actual constitución aprobada en 1999, Nicolás Maduro
propuesto a la llamada "oposición democrática" una negociación para
permitirle participar en esta elección. La sola realización de estas elecciones ha sido una clara derrota
de todas las fuerzas proimperialistas que buscaban impedirlas por la fuerza.
El gobierno incluso había
transferido uno de los principales dirigentes de la oposición, Leopoldo López
desde la cárcel a su residencia para facilitarle esta negociación. Pero la
"oposición" se negó a cualquier negociación y ha llamado a impedir la
elección mediante la violencia. En efecto, la prensa internacional que desde
hace meses parece tener como único objetivo el de derrocar el gobierno Maduro,
se vio obligada a mostrar la verdadera cara de los oponentes en
manifestaciones, extremadamente organizadas, con una disciplina militar y
dotados con artefactos explosivos y armas cortas.
Con total cinismo, los
dirigentes de la oposición, apoyados por la prensa internacional, hablan de una
manifestación pacífica, pero de hecho organizan la violencia. El ex jefe del
gobierno español, Felipe González, conocido por su amistad con Andrés Pérez
expresidente de Venezuela, quien, en febrero de 1989 aplastaba en la sangre la
sublevación de Venezuela, se dio el lujo de llamar al ejército venezolano a
organizar un golpe contra Nicolás Maduro. Parecería esto la época de la
colonia…
La mayor campaña
internacional desde hace meses ha sido organizada con el objetivo de derrocar a
Maduro, pero no se trataba únicamente de una campaña de prensa. Desde abril de
2013, fecha en la que Maduro ha sido elegido, se han puesto en marcha las
primeras medidas de sabotaje económico contra Venezuela.
Recordemos que según el
PNUD, programa de desarrollo de la ONU, en
los últimos años, el nivel de pobreza de Venezuela había bajado dos
tercios, el analfabetismo un 90% y la asistencia sanitaria cubría el 90% de la
población mediante redes paralelas. El gobierno había organizado una red de
supermercados para permitirle a la población que accediera a los productos de
primera necesidad a bajo precio. Estas medidas puestas en pie gracias a la
utilización de la renta petrolera era algo insoportable para la oligarquía
venezolana y sus comanditarios, especialmente norteamericanos.
En los últimos meses, la
escasez más total de los medicamentos, de los insumos agrícolas y alimentos ha
sido organizada por la oligarquía que mantiene el control sobre las grandes
cadenas de distribución.
En los últimos días, las
grandes compañías aéreas internacionales han llegado hasta suspender los vuelos
con destino a Caracas.
Y
sin embargo han tenido lugar las elecciones
Un hecho es evidente e
incuestionable: la inmensa mayoría de las mesas electorales estaban abiertas y
250.000 soldados y policías vigilaban el desarrollo de la votación. La Comisión
Nacional electoral, la participación ha alcanzado un 41, 35%, o sea 8,1
millones de votantes. Así como dice el diario Le Monde (1 de agosto): "en
las circunscripciones de fuerte concentración chavista, los electores han
votado para preservar los beneficios de los programas sociales". En los
barrios más acomodados, los grupos paramilitares de la oposición habían
bloqueado las mesas electorales.
El gobierno de Maduro ha
considerado que los resultados eran un éxito y que la constituyente podría
celebrarse dentro de un mes.
Ya desde el domingo por la
noche, diferentes gobiernos e instancias internacionales se han pronunciado
sobre las elecciones. Nikki R. Healy, embajadora estadounidense en las Naciones
Unidas ha apreciado la votación como un "simulacro de elección" que
llevará a una dictadura. Estados Unidos ha reiterado sus amenazas de sanciones
contra la economía venezolana. El Tesoro ha impuesto, el lunes 31 de julio,
sanciones individuales contra el presidente Maduro que se añaden a sanciones ya
impuestas contra 13 funcionarios del gobierno venezolano.
Varios gobiernos de
Latinoamérica y de Europa han declarado que no reconocían estas elecciones,
como son el gobierno de Peña Nieto, de Méjico, país que conoce un número de
asesinatos (consecuencia de los enfrentamientos entre ejército, los diferentes
cuerpos policiales y los narcos) equivalente al de Irak en guerra.
También es el caso de
Santos, presidente de Colombia, en donde los asesinatos de dirigentes políticos
y sindicales son de a diario.
Pero también es el caso del
gobierno español, el gobierno de la monarquía heredado de Franco que niega en
España el ejercicio de los derechos de los pueblos, quien se da el lujo de
impartir lecciones de democracia.
Otros gobiernos son más
moderados, es el caso de los gobiernos de Uruguay o de la República Dominicana.
El gobierno golpista brasileño ha pedido a Maduro que no reúna la Constituyente
y que abra negociaciones y otros gobiernos, como el de Bolivia, Nicaragua,
Cuba, Ecuador y Salvador reconocen la legitimidad de las elecciones.
¿Y
ahora qué?
Está claro que el objetivo
de la oligarquía y de la administración norteamericana, apoyada por todos los
gobiernos a los que tiene en un puño es derrocar el gobierno Maduro, al que no
han podido impedir que organice las elecciones. Van a proseguir el sabotaje
económico, político y diplomático para tratar de aislar al gobierno venezolano.
Es que no se trata solo de
Venezuela. Lo que sí se juega ahí para el imperialismo, para la administración
Trump, enfangada en una crisis interna, es advertir a todos los pueblos del
continente y más allá a escala internacional que nadie puede escapar a las
exigencias del capital financiero.
La menor medida de independencia y de
soberanía nacional, de control de los recursos al servicio de la población es
incompatible con las necesidades del orden imperialista. La batalla que se está
librando hoy en Venezuela es asunto de todos los trabajadores, las
organizaciones obreras y populares por todas partes en el mundo.
No se trata de los errores o de las debilidades de
Maduro. Se trata de la posibilidad para un pueblo que decida libremente
sobre su destino.
Esta posibilidad no se discute.
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