Por Bruno Sgarzini
La mejor forma de conocerlo
es verificar las principales tesis de los tanques de pensamiento que hoy
dibujan la política exterior estadounidense, a partir de los intereses de las
corporaciones que las financian.
Decimos esto ya que la
Administración Trump, lejos de haber inaugurado una nueva política exterior
estadounidense, ha continuado con las líneas generales de la estrategia del
pensamiento neoconservador que hoy coloniza la mayoría de las tomas de
decisiones de su gobierno, junto a las acciones que se adelantan desde el
congreso estadounidense.
En este sentido,
difícilmente se pueda comprender la urgencia por derribar al chavismo, sin
tomar en cuenta las tesis planteadas por los principales tanques de pensamiento
a nivel global y regional. Tanto por su nivel de influencia, como por su
relación con los hechos ocurridos en la arena internacional, es que este
ejercicio de ubicación política busca codificar la situación venezolana en el
marco de una estrategia global.
Una hoja de ruta global para
comenzar a entender la inserción del conflicto venezolano
A mediados de 2016, el
Centro para una Nueva Seguridad Americano (CNAS) presentó un informe titulado
“Expansión del Poder Americano”, basado en una serie de recomendaciones
destinadas a generar un consenso en la clase política estadounidense para
“asegurar la longevidad del sistema internacional favorable a los Estados
Unidos”.
En este trabajo el tanque de
pensamiento bipartidista recomienda reformas económicas puertas adentro, como
una reestructuración de la deuda y una reforma fiscal, para fortalecer las
bases del aparato estadounidense con el fin de aumentar los gastos militares,
económicos y diplomáticos para extender su poder en Asia, Europa y Medio
Oriente, las tres regiones reconocidas como claves para el futuro global.
De esta forma, Estados
Unidos “podría disuadir diplomáticamente y militarmente a las potencias
revisionistas (en referencia a China y Rusia) de cuestionar el actual orden
internacional liberal, evitando un conflicto militar a nivel mundial (sic)”.
Con base a estas propuestas es que este tanque de pensamiento plantea
militarizar el Mar Sur de China y propone una reforma de la OTAN para
fortalecer su despliegue en las fronteras europeas con Rusia.
Todas propuestas que la
administración Trump ha aplicado en la práctica, como continuación de las
políticas de Obama, junto a otras de índole específico directamente
relacionadas con Rusia, como es la conformación de “una zona segura en el norte
de Siria para ubicar allí a refugiados y fuerzas aliadas de Estados Unidos” con
el fin de promover la partición de este país y poner un freno a Moscú luego de
su ingreso en esta guerra.
Incluso hasta los últimos
encuentros de Trump con el presidente chino, Xi Jinping, forman parte de esta
búsqueda de que la potencia asiática ascienda pacíficamente dentro del orden
internacional favorable a las corporaciones estadounidenses. Es por eso que
esta hoja de ruta global bien vale la pena ser citada ya que forma parte de un
consenso generalizado en los tanques de pensamiento relacionados a figuras
de la administración Trump, como el secretario de Defensa James Mattis, y el
asesor de seguridad nacional H.R. McMaster.
¿Qué tiene que ver Venezuela
con esto?
Como es sabido, Venezuela es
la principal fuente de recursos petroleros del mundo, junto a una gran gama de
reservorios acuíferos, gasíferos y mineros estratégicos para la industria
tecnológica, espacial y militar de cualquier aparato que pretenda proyectar
poder en otras partes del mundo. Es por eso que asegurar este territorio como
una línea de suministro barata y segura es estratégico para cualquier plan de
expansión de poder proyectado en el mundo.
El ejemplo más claro se
encuentra en el extracto del trabajo del Centro para una Nueva Seguridad
Americana en el que se habla de la importancia de que Estados Unidos obtenga
cierta ventaja en los mercados energéticos que le ayude a extender el poder en
otras partes del mundo. Lo que significa que Venezuela regrese a su estatus
anterior, en la que las herederas de la Standard Oil Company (Exxon, Chevron,
Conoco Phillips, entre otras) controlaban directa e indirectamente la industria
petrolera venezolana dándoles precisamente esa ventaja estratégica.
En este momento es
ampliamente sabido que en Venezuela hay, al menos, 24 transnacionales
petroleras en acuerdos con Pdvsa y el Estado venezolano, bajo esquemas mixtos
de explotación. Desde esta perspectiva es que se comprende que transnacionales
como Exxon Mobil y Chevron financien sanciones contra Venezuela, incluso
controlando el Departamento de Estado, y que tengan especial relación con el
dinero de los tanques de pensamiento que diseñan iniciativas contra el país.
Entre los muchos ejemplos se
encuentra la reciente propuesta del Consejo de Relaciones Exteriores, realizada
en el congreso estadounidense, para afianzar el cerco externo a través de la
OEA, y la visita de Luis Almagro al Instituto Americano de la Empresa días
antes de la presentación de su pedido de aplicación de la Carta Democrática
contra Venezuela.
Todas iniciativas que se han
venido conjugando con el apoyo explícito de otros tanques de pensamiento como
el Consejo de las Américas y del Atlántico, ambos constituidos por compañías
especialmente interesadas en los recursos naturales del país, sin la mediación
del Estado venezolano.
¿Y la ecuación regional?
Sin embargo, Venezuela
también debe ser entendida como la llave para asegurar a América Latina como
una línea de suministro de recursos naturales y mano de obra barata para la
misma estrategia antes mencionada a nivel global, después de los cambios de
gobierno favorables a esta política en Argentina y Brasil.
En ese sentido es que se
encuentra la propuesta del Consejo del Atlántico para que el Mercosur y la
Alianza del Pacífico converjan en un área de libre comercio, que permita a la
región ingresar a una megaplataforma comercial con Estados Unidos y Europa para
penetrar con mayor fuerza en Asia. Iniciativa que se encuentra en pleno proceso
de aplicación con las conversaciones entre los dos organismos regionales,
previo a haber suspendido a Venezuela del Mercosur violando la legislación de
esta unión comercial.
Sin duda sacar al chavismo
de la ecuación prácticamente terminaría con el principal escollo para este plan
regional, acorde a la estrategia global promovida por estos tanques de
pensamiento.
De esta forma es que se
comprende el nivel de intensidad puesto a presionar contra Venezuela para
terminar también con su “mala influencia” en la región, buscando llevar el
actual conflicto político a un terreno de “suma cero” en el que se sabotee
desde fuera todo intento de lograr un consenso político nacional, que no sea
tutelado y deje en los venezolanos la resolución de su crisis.
Como si estuvieran aplicando
todas las ideas e iniciativas que los embajadores de Estados Unidos en América
Latina discutieran allá por el año 2007 para acabar con la influencia
“negativa” de Hugo Chávez.
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