¿Qué está pasando realmente en Venezuela?
Por: Juan Manuel Karg
26 /10/2016 Maracaibo
prensa C.T.J
Venezuela está en boca de
todos los medios de comunicación del mundo desde hace algunos años. Si con Hugo
Chávez el país caribeño ya era permanente noticia, tras su fallecimiento y con
el recrudecimiento de los intentos (legales e ilegales) de apartar al chavismo
de Miraflores, está todos los días en las primeras planas de los principales
diarios internacionales, con informaciones tergiversadas y maniqueas en una
proporción creciente. Venezuela se ha convertido, como lo era Cuba décadas
atrás, en la nueva “mala palabra” en las RRII, con el objetivo de fondo de
forzar un cambio tras más de tres lustros de chavismo en aquel país, que
termine de consolidar a la derecha regional tras su llegada a los gobiernos de
Argentina y Brasil (este último, vía golpe parlamentario).
Cuando la oposición a
Maduro, nucleada en la heterogénea MUD, conquistó la Asamblea Nacional en
diciembre pasado, prometió que en seis meses acabaría con el gobierno del PSUV.
Esto en palabras del propio presidente de la AN, el veterano dirigente Henry
Ramos Allup. En esos meses, además, se dio el momento más grave de la crisis
económica que vive aquel país, con un descenso pronunciado de los precios
internacionales del petróleo (variable que comienza a cambiar fruto del acuerdo
entre los países OPEP) y dificultades crecientes en el abastecimiento de
alimentos. El gobierno ideó una iniciativa que le permitió sortear parcialmente
el escenario adverso, aún con notorias dificultades: los CLAP, Consejos Locales
de Abastecimiento y Producción, que se constituyeron en un bypass -tal como
hacía Chávez con las Misiones respecto al propio Estado- frente a la
distribución privada de alimentos, donde aún hoy sigue brillando el
acaparamiento.
Pasaron tres trimestres y la
derecha, que tiene gran apoyo externo y al alineamiento de diversos medios de
comunicación en lo interno, no logró conquistar Miraflores. ¿Qué factores
inciden en que no haya podido? Diversos:
a) A diferencia de Brasil,
la MUD no controla al poder judicial ni al vicepresidente del país. Tampoco a
las FFAA. Una fórmula “a lo Temer” es impensada.
b) El chavismo permea como
identidad de gran parte del pueblo venezolano, aún en condiciones adversas.
Incluso con aquellos que pudieran estar “desilusionados” con el actual estado
de cosas. La consultora opositora Datanálisis, en un reciente sondeo, muestra
que al menos 5 de cada 10 venezolanos sigue reivindicando el legado de Chávez.
Hinterlaces, por otro lado, muestra que hay una progresiva recuperación del
oficialismo ante las nuevas iniciativas económicas.
c) La oposición sigue
mostrando dos tendencias nítidas, en una similar situación a la vivida en 2014:
un sector dialoguista y otro abiertamente rupturista, que exige “calentar la calle”
nuevamente. Capriles, que pertenecía al primer bando dos años atrás, ahora
parece abonar a una línea más confrontativa, parecida a la que comandó en 2013,
tras el triunfo de Maduro. Esa puja, lejos de quedar enterrada tras la victoria
de la MUD en diciembre, sigue sobre la mesa y se acrecentó. Unos culpan a otros
de que Maduro siga en Miraflores, y viceversa. Los sectores más radicales, con
Tintori y Machado a la cabeza, buscan una insurrección antichavista para la
cual no parece haber condiciones objetivas a mediano plazo, tal como queda
demostrado en el punto previo.
d) La progresiva suba en los
precios internacionales del petróleo y una mejora en indicadores como el riesgo
país parecen demostrar que es posible un rebote luego de meses de profundas
complejidades. Sobre el primer planteo, la reciente gira de Maduro por países
OPEP y no OPEP deja un piso de acuerdos que haría prever un crecimiento de
expectativas de cara al año próximo.
En conclusión, con la
navidad y las vacaciones cerca parece lejano un inminente “derrumbe
institucional” como el que se plantea un sector de la MUD. El referendo también
parece lejano, ya que la derecha debería juntar nuevamente el 1% de firmas en
los 5 estados impugnados. Sin embargo la estrategia de “calentar la calle”
buscará ser legitimada nuevamente, sobre todo desde el plano internacional: las
condiciones regionales -sobre todo Argentina y Brasil, por sus respectivos
nuevos gobiernos- son bien distintas a 2014, cuando las guarimbas buscaron derrocar
a Maduro. Pero la MUD deberá tener bien claro algo: aun cuando cuente con un
indisimulable apoyo externo, deberá primero construir condiciones de
gobernabilidad a lo interno, algo impensado si al menos 5 de cada 10
venezolanos siguen reivindicando el legado de Hugo Chávez, tal como
enunciáramos. A fin de cuentas, se pueden intentar erosionar y deslegitimar a
un gobierno a distancia, pero no se puede gobernar (y ser elegido previamente)
solo con rimbombantes declaraciones de la OEA.
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