maracaibo 14- AGOSTO- 2016- colectivo trabajo juventud (credito carta semanal POSI
Lo que
está en juego en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos
En los primeros días de noviembre tendrá lugar en los Estados Unidos las elecciones
presidenciales. Elecciones que se realizan cada cuatro años y que solo permiten
dos mandatos. El régimen político norteamericano es fuertemente
presidencialista. En efecto el presidente, comandante en jefe de las fuerzas
armadas, tiene múltiples prerrogativas sin rendir cuentas al Congreso. Teniendo
en cuenta que los Estados Unidos son la mayor potencia imperialista mundial, a
la cual se subordinan los imperialismos europeos y el japonés, y que al lado de
su potencia económica tiene la mayor potencia militar jamás conocida (un millón
y medio de soldados en bases desplegadas en todo el planeta), las decisiones y
la orientación del próximo presidente tendrán sin duda una influencia mundial.
Seamos claros, la política
seguida por los presidentes norteamericanos es la que corresponde a la defensa
de los intereses de las grandes multinacionales, en última instancia al régimen
de propiedad privada, o sea a la explotación y la opresión.
Para todo militante obrero,
para todo combatiente de vanguardia, es de máximo interés conocer lo que ocurre
en ese país y discernir lo que hay detrás de la propaganda proimperialista de
los medios de comunicación. Tendremos ocasión en los próximos meses de tratar
estas cuestiones, que son centrales para la lucha de clases en todos los
países.
Contribuimos
modestamente a esta tarea:
La burguesía norteamericana
tiene dos grandes partidos: el Partido Republicano y el Demócrata. Los
supuestos “progresistas” de nuestro país dicen que el Partido Demócrata es
mejor. Los hechos son tozudos: quien inició la guerra contra Vietnam fue el
demócrata Kennedy. La actual Clinton tiene un marido que fue presidente y actuó
militarmente para destruir Yugoslavia. Y siendo Secretaria de Estado con Obama
participó plenamente en la organización de la destrucción de Libia y antes en
la segunda invasión de Iraq. Nada que envidiar a los Nixon o Bush.
Y sin embargo estos partidos
desarrollan entre ellos una guerra fratricida y en su interior hay una
verdadera lucha por el poder. ¿Por qué? El sector del capital financiero que
apoya a Trump considera que para preservar sus intereses debe hacer un
repliegue, reducir el impacto interno de los tratados de libre comercio e
intentar preservar sus posiciones sobre esta base. El sector que apoya a
Clinton parte más de reafirmar la posición de las multinacionales
norteamericanas a escala mundial. De ahí las diferencias sobre el TPP (Acuerdo
Transpacífico, firmado hace unos meses) y las negociaciones sobre el TTIP (con
Europa). Hay otros conflictos, por ejemplo hay sectores financieros que han
invertido miles de millones en la extracción de petróleo con el procedimiento
de fracking, aumentando la producción de hidrocarburos dentro de los Estados
Unidos. En cambio, la mayor parte de las grandes multinacionales han promovido
la bajada de precios del petróleo.
La burguesía norteamericana está
profundamente dividida sobre cómo hacer para preservar el orden capitalista a
escala mundial. Y más después de las consecuencias catastróficas de la
destrucción de Afganistán, Iraq, Siria y el surgimiento, promovido por los
servicios secretos norteamericanos (como reconoció Clinton), de los grupos
terroristas supuestamente islamistas. Cada conflicto internacional se convierte
en un conflicto interno de los EEUU, a causa de su hegemonía mundial, y como
producto de ello se profundiza la crisis de dominación, que es reflejo
de la putrefacción del sistema capitalista.
Una campaña contra los
trabajadores y los pueblos
Las dos convenciones que han
tenido lugar estas últimas semanas, tanto la del Partido Republicano como la
del Demócrata, han reflejado la descomposición interna de estos partidos.
Solo esto explica que un
marginal político como Trump derrote al aparato del partido, pronunciándose
incluso contra el TPP [Acuerdo Transpacífico], que deslocaliza la industria y
provoca más paro. Su lenguaje “identitario” intenta desviar las diferencias de
clase hacia el enfrentamiento con los culpables extranjeros: los mexicanos, los
musulmanes, los extranjeros.
Hillary Clinton es la otra
cara de la misma moneda: con un lenguaje “identitario” habla de promover las
minorías, los gais, las mujeres para intentar ocultar el enfrentamiento de
clases que es el único que permite explicar la opresión particular que sufre la
minoría negra (componente fundacional de la nación norteamericana), elemento
esencial para dividir a la clase obrera e impedir el combate común de los
trabajadores, sea cual sea su raza, origen o religión.
Los dos candidatos nominados
tienen un elemento común en su programa: atentar contra los derechos de los
trabajadores y contra los servicios públicos, mantener la política militarista.
Clinton, que debe su nominación en buena medida al apoyo de la burocracia
sindical de la AFL/CIO (sindicato mayoritario), no ha dudado en expresar
reticencias al TPP, al que la dirección del sindicato se opone, para intentar
ganar la mayoría en las elecciones. Sin embargo el programa con el que fue
elegido Obama hace 8 años, particularmente la instauración de una Seguridad
Social universal, ha sido olvidada sobre la base de vagas promesas
¿Qué ha significado la
candidatura de Bernie Sanders?
13 millones de trabajadores,
jóvenes, han votado a Sanders en las primarias. Han votado por un programa de
reivindicaciones obreras. En el inicio de la convención del Partido Demócrata,
la presidenta del partido tuvo que dimitir pues se reveló que había favorecido
la elección de Clinton. Al comenzar la convención, cuando Sanders dijo que
apoyaría a Clinton, casi el 40 por ciento de los delegados se fueron de la
convención criticando a Clinton. Varios sindicatos, como el de enfermeras y el
de los estibadores, discuten sobre la posibilidad de romper con el Partido
Demócrata. Es una expresión política del amplio combate en los sindicatos por
defender las reivindicaciones contra las multinacionales, contra el gobierno de
las multinacionales y las autoridades de los estados.
Algunos altos seguidores de
Sanders como Cornel West, el responsable del programa electoral, han decidido
romper con el Partido Demócrata y apoyar al candidato verde Jill Stein.
La función de Sanders está
clara, hacer que vuelvan hacia el Partido Demócrata millones de trabajadores
hartos de la política imperialista y antiobrera de Obama y Clinton, que
desprecia al mismo tiempo a la minoría negra.
Ahí están las bases para un
verdadero partido obrero. Un partido que plantee la ruptura con el Partido
Demócrata y se base en los sindicatos, un partido que apoye y promueva la
organización independiente de la minoría negra, que sufre doblemente la
explotación y la opresión.
Algo ha cambiado en los
Estados Unidos, en primer lugar la experiencia de amplios sectores de
militantes obreros y activistas madura las condiciones para levantar la
organización política independiente de la clase por sus propios intereses,
apoyándose en los sindicatos y superando la división “comunitarista”. El
partido de los trabajadores que sea vanguardia de la defensa de los derechos de
todas las minorías, en primer lugar del pueblo negro, que por su historia y por
la realidad social es el sector más oprimido de la clase.
El renacimiento del
movimiento obrero en los Estados Unidos será un punto de apoyo para la
emancipación social y nacional de todos los pueblos.
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