Por Lucien
Gauthier
El levantamiento de
la juventud es espontáneo y alejado de
cualquier marco organizativo de las facciones
palestinas. Incluso los militantes políticos que participan en las
manifestaciones lo hacen sin esperar consignas
de sus dirigentes. Enarbolan la bandera palestina más que de las de las
facciones nacionales o islámicas.
Incluso temen que
ellas interfieran en el levantamiento. El responsable del Shin Bet (Servicio de
Seguridad Interior Israelí) confirma que
“la mayoría de los palestinos que han llevado a cabo ataques han actuado de
forma independiente sin pertenecer a un grupo o una organización”.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, repite una y otra vez: “Creemos en la
paz y en la resistencia popular pacífica. Tenemos el derecho y el deber de
continuar mientras haya agresión”. Los responsables del Shin Bet aseguran al
gobierno de Netanyahu que “Abbas no manipula ni fomenta el terrorismo y ha
ordenado a sus servicios de seguridad que impidan tanto como sea posible tales
operaciones.”. Esta información la da el diario israelí Haaretz. Y, con los más
altos oficiales del ejército, se congratulan “de las órdenes dadas por Abbas a
la seguridad Palestina para que rebajen la tensión, no fomenten la resistencia armada y mantengan la
estrecha Coordinación de la seguridad”. No hay duda de que el nivel de
coordinación de la Autoridad Palestina y
los servicios israelíes está en sus máximos. Se comprende el foso existente
entre la juventud palestina y la Autoridad Palestina: la rechazan, y también a
los partidos
Esta generación, que
no ha conocido más que los acuerdos de Oslo1 rechaza, igual que una mayoría creciente de
los palestinos, el falso “proceso de paz” y sus negociaciones humillantes e
interminables que llevan a un callejón sin salida. Esta generación sabe que la
policía de la Autoridad Palestina que reprime, carga, dispara granadas
lacrimógenas “made in USA”, detiene y tortura a militantes, se ha desarrollado a
partir de los acuerdos de Oslo.
El “proyecto de los
dos estados” de Mahmud Abbas, de los estadounidenses y de la Unión Europea, es una ficción. El confinamiento
creciente de los palestinos en unos territorios separados, el avance continuo de
las colonias, la expansión de la ocupación y la limpieza étnica lo convierten
en una quimera cada vez más rechazada.
¿Quién puede creer que el estado de Israel va a
retirarse de las colonias?
Ocurre lo
contrario. El estado sionista no cesa de expandirse. Gaza es un territorio
superpoblado, sin salida por mar ni por aire, rodeado por las fuerzas armadas
israelíes y egipcias. Una prisión a cielo abierto. Jerusalén Este no está
ocupada, sino pura y simplemente anexionada,
confiscada. Y ¿acaso la instalación de video vigilancia las veinticuatro horas
en la explanada de las Mezquitas va a
tranquilizar a los palestinos sobre el futuro de Jerusalén?¿En los territorios
ocupados en 1948, el racismo atizado por el Estado conduce hoy al despido de
varios centenares de trabajadores árabes palestinos, simplemente porque son árabes.
No es sorprendente
que la mayor revuelta de la juventud palestina tenga lugar en las zonas donde más
débil es la influencia de la Autoridad Palestina: Jerusalén-Este, Hebrón, Gaza,
la zona C de Cisjordania, totalmente bajo control israelí, y las ciudades y pueblos árabes de los territorios de 1948.
La resistencia de los pueblos contra el caos
Esta revuelta de la
juventud palestina concentra la resistencia
de los pueblos contra el caos organizado
por el imperialismo, especialmente en la región. Escapa al control de la
Autoridad Palestina, que está en el filo de la navaja, atada por un lado a sus
compromisos de 1 Los Acuerdos de Oslo establecidos por los dirigentes
palestinos e israelíes bajo la égida de los Estados Unidos se presentaron como
“acuerdos de paz” y pretendían abrir camino a la creación de un Estado
palestino junto al Estado de Israel. Fue un timo que ha demostrado, durante más
de veinte años, que, en realidad se trataba de crear guetos, bantustanes para
el pueblo palestino, sometido a la represión del ejército israelí y de la
policía de la Autoridad Palestina, en la que Israel ha delegado su seguridad. seguridad
con el Estado de Israel y con los Estados Unidos y por otro a la necesidad de
mantener su influencia sobre las masas. En Gaza, Hamás no prohíbe las
manifestaciones, pero tampoco le encanta que las haya. Uno y otro temen una
irrupción popular que barra el modus vivendi que han establecido con el Estado
de Israel y que pondría en peligro su poder.
Un “Estado palestino”
junto a un “Estado judío” es una solución muerta. Porque remite una y otra vez
a las fronteras, a las barreras, a los controles y a la diferencia de derechos. La única salida democrática y
viable, la única que tiene futuro es la de un Estado laico en el territorio
histórico de Palestina, con el derecho de retorno. Un Estado en el que se
garanticen a todos los mismos derechos y al que cada palestino pueda regresar
para vivir en paz en su tierra, en su pueblo.
¿Un caos controlado?
A los bombardeos
masivos de los Estados Unidos en Siria y, también de Francia, se añaden ahora los de Rusia. Esta acentuación del conflicto
tiene como consecuencia una extensión de la guerra y de sus consecuencias en
Europa, por la afluencia masiva de refugiados, factor adicional de la crisis de
dislocación de la UE. Putin afirma que para aplastar al terrorismo es necesario
defender el régimen de Bashar al Assad, condición para una “transición
democrática”. Hasta ahora para el gobierno estadounidense, la condición para
una “transición democrática”, era que Bashar al Assad se fuese. Pero ella
parece matizar sus palabras.
Esto no impide que
los Estados Unidos, por tanto, armen a la oposición llamada “moderada” contra
las tropas sirias, ayudadas por tropas iraníes, iraquíes, por el Hezbolá
libanés y apoyadas por Rusia. Todo el mundo es consciente de los riesgos de
explosión de la región, ya que no se
trata sólo de Siria, sino de toda la región, de Turquía y, por extensión, de
Europa. El viaje de Merkel a Turquía, mientras Hollande se encontraba en
Grecia, es una expresión de ese miedo.
¿Se ponen todos de
acuerdo para preservar el “orden”, es decir, un “caos controlado”.
¿“Controlado”? Ahí está el problema, fundamentalmente para el imperialismo norteamericano
en crisis, que es incapaz de controlar el “orden” y necesita auxiliares. En esa
situación, cada cual toca su partitura y busca defender sus intereses, como
Rusia e Irán. Pero a fin de cuentas todos están de acuerdo en la necesidad del
“orden”, es decir, de negar los derechos de los pueblos y aplastarlos. Este
“orden” y este “control”, los pone en entredicho la potencia de la movilización
del pueblo palestino por sus derechos, en particular por el derecho a la
nación.
Artículo publicado en
el n. º 375 de Información Obrera- 29 de octubre
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