El cierre fronterizo ha
desnudado la cualidad estructural de Colombia. Un país que se ha
paradesarrollado parcialmente en el centro, relegando a su periferia y al
oriente colombiano al ostracismo económico, a la pobreza y a la dependencia de
Venezuela, bien sea por las actividades lícitas como también de las ilícitas.
Pero la cuestión energética
es mucho más profunda. El contrabando no es una cuestión estructurada alrededor
de los "pimpineros" o pequeños contrabandistas. Aunque estas rémoras
de la economía malsana hacen mucho daño, son sólo eso: rémoras. Las verdaderas
mafias son aquellas que estructuran corruptelas, que compran a funcionarios
venezolanos o que, en muchos casos, les amenazan a ellos y a sus familias en
territorio venezolano para colocarlos al servicio de estos flagelos.
La estruendosa reacción de
Colombia al cierre fronterizo tiene otras razones mucho más complejas. El
carbón que sale por el Norte de Santander sale rumbo a Europa vía Venezuela,
pues Colombia se ha servido de la infraestructura venezolana para tales fines.
El Norte de Santander produce cerca de 200 mil toneladas de carbón al mes, el
cual es exportado a Europa desde puertos venezolanos y tiene un precio de 52
dólares la tonelada, por lo que las pérdidas diarias se estiman en 400 mil
dólares. El sector emplea a unas 15 mil personas.
Otra cuestión a saber es que
el precio mundial del petróleo toca el piso, y Colombia no escapa de esa
realidad. Colombia también depende en buena parte del precio petrolero, y ya
Ecopetrol es una empresa bastante frágil. El cierre del grifo de la gasolina
venezolana podría, al cabo de unos meses, poner a tambalear a Ecopetrol.
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