Analistas
sugieren tomar en cuenta experiencias del pasado para no cometer errores
Sustituir
importaciones requiere transformar el aparato cambiario y financiero
16
agosto 2015. Correo del Orinoco
Para
el exministro de Industria y Comercio, Gustavo Márquez, la propuesta debe
abordarse bajo un enfoque endógeno. El internacionalista Alfredo Ordóñez estima
que la medida debe hacerse de forma gradual. El economista Humberto García
insta propone promover la producción interna
El
presidente de la República, Nicolás Maduro, ordenó recientemente la creación de
una comisión de alto nivel que planifique y ejecute estrategias encaminadas a
la sustitución de productos e insumos importados para favorecer aquellos que
puedan obtenerse en el país, con el fin
de “consolidar nuestra economía” y romper con la “dependencia parasitaria” de
adquirir afuera todo lo que necesitamos. El Correo del Orinoco consultó a tres
analistas económicos, quienes enumeraron las posibles ventajas y desventajas de
la propuesta.
Gustavo
Márquez, quien se desempeñó como ministro de Industria y Comercio (1999) y
ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007) durante
la gestión del presidente Hugo Chávez, manifestó que la sustitución de importaciones
“solo puede plantearse en este momento bajo un enfoque endógeno”, lo cual
implica un cambio radical dentro del sistema.
Dice
que “lo que estamos viendo hoy en día es una agonía larga de un modelo de
sustitución de importaciones basado en el capitalismo rentístico dependiente
que se ha prolongado a lo largo de los años y que la Revolución Bolivariana no
ha podido transformar”. En tal sentido, comenta que “si se le da más oxígeno a
un muerto que está agonizando, estaríamos avanzando en dirección contraria a lo
que se quiere construir en el país, que es la independencia reflejada en el
objetivo número uno del plan de la patria”.
Recordó
que la sustitución de importaciones no representa ninguna novedad: “Se trata de
un modelo que se inició en los años 60 y que todavía está vigente”. En su
opinión, esta fue una “estrategia de división internacional del trabajo para la
expansión del capitalismo”. Uno de los factores determinantes de la economía
venezolana en los últimos 100 años, refiere, son precisamente los ingresos
petroleros y particularmente la absorción de la renta petrolera que, en su
criterio, “es el traslado hacia Venezuela del producto del trabajo de otros
países”.
Esta
política, acotó, fue impulsada fundamentalmente por el capital trasnacional con
la intención de “trasladar a los países periféricos el desarrollo de algunos
procesos industriales manufactureros, aprovechando la mano de obra barata y las
ventajas que, de algún modo, desde el punto de vista económico, le permitían bajar
los costos de producción”.
DISMINUCIÓN DE LA INVERSIÓN
A
través de esa iniciativa, destaca, “se buscaba ampliar no solamente el mercado
de consumo, sino también el mercado de insumos”, el cual considera muy
importante pues abarca los bienes intermedios. En el caso particular de
Venezuela, precisa que “la medida resultó muy atractiva, porque este es un país
petrolero, con ingresos en divisas, es decir, potencialmente comprador de esos
bienes y servicios”.
Además,
señala que esta permitía que los petrodólares que tenían que desembolsar países
como Estados Unidos para la compra de crudo, retornaran a sus manos.
Ciertamente, comenta el analista, el Estado es quien maneja la renta petrolera,
“pero en el modelo capitalista, es el sector privado el que acumula riquezas a
partir de la explotación de los trabajadores y la acumulación de plusvalía del
trabajo para ampliar su capacidad de producción y elevar su tasa de ganancia”.
A
partir de 1979 ese modelo entró en crisis. Uno de los indicadores de ese
declive, describe, es la reducción de la inversión privada: “Fue como una
especie de montaña rusa; desde los años 40 comenzó a subir bajo el amparo del
desarrollo petrolero y actividades conexas, pero en los 50 comenzó a caer y en
los 60 se vuelve a iniciar un proceso de recuperación, hasta el final de la
década de los 70, donde comienza declinar nuevamente hasta el sol de hoy”.
CAPITALISMO RENTÍSTICO
Al
citar al economista Asdrúbal Batista, de quien alega que ha sido un estudioso
del tema, y con sus análisis ha permitido tener elementos cuantitativos y
cualitativos para evaluar el desarrollo de la economía venezolana, Márquez
comenta que en el país tenemos un sistema de capitalismo rentístico, que es muy
diferente al capitalismo normal, “porque la renta petrolera se convierte en un
factor que distorsiona el proceso productivo normal del capitalismo”.
Uno
de los efectos distorsionantes de la renta, aclara, es que el sector petrolero
se hace mucho más competitivo que el resto de los sectores, porque con una
inversión menor logra ganancias muy elevadas. “Esa diferencia de productividad
va haciendo que el resto de los sectores de la economía se vayan rezagando y
vayan determinando de algún modo, dentro la lógica capitalista, que sea más
viable importar que producir en el país, porque la sobrevaluación del signo
monetario establece que es más barato comprar bienes en el exterior que
producirlos aquí”.
Afirma
que esto había sido advertido hace algunos años por Alberto Adriani y Arturo
Uslar Pietri, quien proyectándose hacia el futuro planteó que esto iba a
generar una sociedad enferma, porque alrededor de ese modelo “se ha generado
una cultura rentística en la que hay quienes tienen un ingreso sin llegar a
producir”.
¿SEMBRAR EL PETRÓLEO?
La
renta petrolera que aquí se sembraba, critica, “se sembraba en créditos blandos
y en transferencias directas al sector privado y a un empresariado parasitario
como la Corporación Venezolana de Fomento, a la que se le otorgaron 15 mil
millones de dólares en créditos que nunca retornaron”. Muchas de esas empresas
fracasaron, y los empresarios terminaron transmutándose en comerciantes que
justamente participaban en el negocio de las importaciones, fustigó.
La
nacionalización petrolera, según Gustavo Márquez, terminó siendo un gran
fraude, tal y como lo mencionó Alí Primera en una de sus canciones, entre otras
cosas, porque a partir de esa decisión se desarrolló una paradoja: “En la
medida que la venta del petróleo comenzó a aumentar, los ingresos fiscales petroleros
empezaron a disminuir”.
En
su criterio, esto obedecía a que “la renta petrolera terminó llenando los
bolsillos de una burguesía parasitaria que no estaba invirtiendo en el país,
sino que usaba esos dólares para acumularlos y hacer fortuna afuera”. No en
vano, advierte que las cifras que se están manejando dan cuenta de que “los
capitales venezolanos en el exterior en todos estos años pueden estar llegando
a los 400 mil millones de dólares, colocando al país en tercer lugar en
relación al PIB y en cuarto lugar en términos absolutos”.
EL MISMO MODELO
El
modelo actual, contrasta, es el mismo modelo rentístico del pasado. De hecho,
afirma que “hoy en día 97% de los ingresos petroleros se utiliza para las
importaciones”. Según el ex ministro de Comercio, la estructura de las empresas
productivas del país “fue parida por ese modelo de sustitución de
importaciones”, por eso, sus procesos de funcionamiento están armados a partir
de la importación de insumos, de tecnologías y también de bienes de capital.
Un
claro ejemplo de esto, resalta, es la situación de Polar, que en días pasados
anunció que no iba a poder seguir produciendo cerveza porque el gobierno no le
había dado las divisas necesarias. “Las latas de cerveza se hacen con un
aluminio que se importa. ¿Por qué la Polar no ha desarrollado un plan de inversión
para comprarle aluminio a la CVG y producir el material para sus latas y así
tener una autonomía respecto al mercado internacional?”, cuestionó. Dice que si
se hace de esa manera, “la empresa deja de recibir dólares y tiene que moverse
con la moneda nacional, lo cual rompería con el proceso exógeno de
acumulación”.
En
su criterio, lo mismo estaría sucediendo en la estatal petrolera. “Pdvsa ha
avanzado muchísimo bajo la administración del Gobierno Bolivariano, pero no
podemos decir que ha dejado de ser lo que históricamente ha sido, siguiendo la
tradición de las grandes empresas transnacionales que manejaban el petróleo en
Venezuela”, advirtió.
Al
analizar este aspecto, Márquez se pregunta por qué no se ha elevado hasta ahora
la capacidad de refinación en el país, puesto que la misma se ha mantenido
igual en los últimos 30 años. Del mismo modo, sostiene que es necesario saber
qué pasó con el Plan Semilla lanzado por el presidente Chávez en el año 2005 en
función de la soberanía alimentaria, “porque en este momento nosotros estamos
importando el 100% de las semillas de hortalizas y de algunas frutas”.
Asimismo,
cuestiona que algunos implementos utilizados en la vestimenta de las y los
integrantes de la Fuerza Armada sean importados. Para Márquez, la respuesta es
sencilla: “A pesar de la voluntad política del comandante Chávez, de ir a una
transformación del modelo productivo y superar el capitalismo rentístico, la
burocracia y el Estado mismo -cuya esencia es rentística, porque es un
importador neto- han arropado todo”.
REFORMAS ESTIMULANTES
Frente
a este escenario, señala que para que la sustitución de importaciones pueda
funcionar, lo primero que habría que hacer es transformar el sistema
financiero. “Nosotros no podemos seguir con una banca rentística que capta los
recursos y el ahorro, pero no los convierte en inversión sino en extracción de
capital hacia afuera”. Sostiene que la banca rentística “vive de los depósitos
del Estado y desvía los recursos” que se destinan a las carteras agrícola y turística,
entre otras, con el fin de estimular la producción interna, para manejarlos a
su antojo.
Por
otra parte, detalla que para poder adelantar una política de relanzamiento del
modelo productivo, e ir a un modelo endógeno de desarrollo industrial que va a
sustituir importaciones, habría que modificar el sistema cambiario. “Para
plantearse una política de desarrollo que permita transformar el modelo
rentístico, necesariamente tiene que haber una estabilidad económica que lo
permita, porque con este problema cambiario no se puede hacer nada”.
También
hay que pensar en una nueva política económica que incluya una reforma
tributaria en la que paguen más los que tienen más: “Aquí hay una grandísima
evasión fiscal muy alta. El pago de impuestos del sector empresarial parásito
es muy bajo. Es absurdo, pero acá, los empresarios pueden ajustar su balance, y
eso les permite protegerse de la inflación en el pago de impuestos, pero el
pueblo no se puede proteger de la inflación. Ellos le trasladan al pueblo todo,
pero a la hora de pagar los impuestos, ajustan”.
Manifiesta
que es prudente abrir espacios para que haya alianzas y redes productivas de
pequeñas empresas. La idea, avizora, es ser autosuficientes en todo, y en
aquellas áreas donde no podamos serlo, hay que establecer alianzas estratégicas
para crear redes intraindustriales, es decir, entrar en cadenas productivas
internacionales de cooperación como el Alba y Mercosur, y con otros países como
China, “pero no para que nos vengan a vender los televisores, ni para que los
ensamblemos aquí, sino para meternos en la cadena, para aprenderla, para
conocerla, para trabajarla y participar en la agregación del valor de ese
producto. Esa es una política de sustitución de importaciones pero con un
enfoque endógeno”.
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