Por: Edgar
J. Serrano
Esta
vez escribo en serio, pues, el contexto internacional está entrando en una fase
de fuerte turbolencia especulativa y eso repercutirá seriamente en nuestra
economía y en nuestra sociedad.
Dicho
escenario, al parecer, no le preocupa en nada a nuestros intelectuales y
políticos, quienes veo muy concentrados en chismes y disputas estériles e
incapaces de observar mas allá de la punta de sus narices.
Nadie
que ame reflexionar acerca de cómo van las cosas en nuestro país, puede darse
el lujo de quedarse de brazos cruzados mientras acontecimientos mundiales
extraordinarios están por arremeter contra nuestro presente y, aún mas, contra
nuestro futuro. El tiempo se agota y es profundamente irresponsable seguir
subestimando lo que se avecina.
En
un anterior artículo ya había reflexionado sobre las consecuencias que tendrán
para nuestros ingresos el acuerdo en materia nuclear alcanzado por Iran con el
“5+1 Group”, el fin de las sanciones economicas y comerciales contra dicho país
y la próxima reactivación de su producción petrolera (véase:
http://www.aporrea.org/actualidad/a210730.html) .
A
este escenario se une ahora el anuncio de las autoridades de la Federal Reserve
de disponerse a aumentar el costo del billete verde, en un momento en el cual
la economía china muestra fuertes signos de debilidad (lo que hace presumir la
inevitable explosion de la burbuja especulativa en su mercado bursatil) y lo
mismo se podría decirse de la economía europea, que sigue luchando para
recomponer sus piezas relacionales, luego de la crisis greca y del consiguiente
enfriamiento político que la misma ha provocado entre los principales
componentes de la UE.
Ante
este escenario crítico, nuestra clase dirigente no puede seguir durmiendo,
pues, el aumento en octubre de la tasa de interés de la Federal Reserve
implicará, para Latinoamérica, fuga de capitales hacia los Estados Unidos y,
para nosotros, un fuerte encarecimiento del precio dólar, con la inevitable e
ulterior pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda nacional.
La
palabra de orden es, entonces, ahorro, ahorro y ahorro.
El
famoso “Glope de Timón”, hasta ahora solo anunciado por todos los medios, debe
convertirse en una concreta urgencia operativa. Nuestra clase dirigente debe
realizar un drástico recorte al gasto público improductivo, especialmente en el
campo del costo de la política y de los políticos.
Hay
demasiados parásitos en el aparato público e institucional; hay allí adentro
demasiados apadrinados cuyos roles y resultados -en términos de gerencia,
productividad o innovación- no se ven por ningún lado. Es urgente reducir los
ministerios y vice ministerios a, por lo menos, la mitad. No es posible que un
país como el nuestro, con apenas 30 millones de habitantes, tenga mas
ministerios y viceministerios que China, Canadá o Indonesia.
Los
viáticos, honorarios y demás regalías de parlamentarios, diplomáticos, gerentes
y altos funcionarios de las principales empresas e instituciones del Estado
deben reducirse de, por lo menos, un 40%. Habrà que hacer un riguroso inventario
para eliminar la enorme cantidad de entes inútiles e ineficientes, creados sólo
para darle cargos a parientes, amigos y amigos de los amigos. Esto vale tanto a
nivel nacional como a nivel regional y municipal. Alli hay un derroche
escandaloso de recursos. El requisito debe ser: “money for service”. Quien no
cumpla con ese requisito debe desaparecer del mapa.
Hay
que decretar un impuesto al lujo e impedir que las medidas a aplicarse tengan
repercusiones entrte los mas pobres. Los mas necesitados no deben ser
destinatarios de las medidas del recorte del gasto público. Golpear el
derroche, la ineficiencia del aparato y el costo de la política y de los
políticos, no la inversión social bién orientada.
Los
40mil millones de dólares que el Estado ofrece anualmente a comerciantes y
empresarios para importar o producir, deben ser rigurosamente controlados y
MONITOREADOS para evitar que, luego, se especule con los precios o no se compre
o importe cosas diversas a las declaradas inicialmente.
Al
respecto, el Gobierno deberìa finalmente dotarse de un plan industrial
estratégico que asuma la pequeña y mediana empresa productiva como punto
prioritario de referencia. No mas financiamiento al comercio interno, eso no
genera empleo y enriquece unos poco vivos. Mejor financiar sólo la empresa
productiva. Aquí se podrían experimentar formas mixtas de micro-producción
(privado-social es decir, microempresarios+consejos comunales).
Los
gerentes de las empresas públicas que han llevado muchas de ellas a la quiebra
por culpa de sus improvisaciones, deberán responder ante el pueblo por dichas
quiebras y devolver todo el sueldo, propiedades y otros honorarios recibidos
mientras estuvieron al frente de dichas empresas.
Dicho
sea de paso, todo el mundo sabe que las empresas públicas son altamente
improductivasy deficitarias y no cumplen con la mision para la cual han sido
creadas o sea, reducir los elevados niveles de importación de bienes y
servicios. Tales empresas, en manos inexpertas, no son capaces de satisfacer ni
siquiera el 10% de la demanda nacional, debiendose recurrir en muchos casos a
otras empresas públicas “comercializadoras” (sic!) para importar productos que
las primeras deberían producir aqui porque para eso fueron creadas). Basta
subsidiar la importaciòn de whisky. Quien quiera beber fino que se pague su
vaina!
Nuestros
ingresos en moneda extranjera se han reducido dramáticamente a la mitad a causa
del colapso de los precios del petróleo, la fuente generadora del 96% de las
divisas que entran al Estado. Esto ha generado un déficit fiscal cercano al 20%
del PIB e impactado en nuestros ahorros internacionales, los cuales han
retrocedido a los niveles del 2003 es decir, a menos de 17mil millones de
dólares.
Gasto
público improductivo. Insisto en que es allí donde debemos golpear duro hasta
reducirlo drásticamente. En lo específico, insisto en disminuir a niveles
razonables el costo de la política y de los políticos. Debemos insistir en esto
porque eso es lo que genera mas corrupción y mas despilfarro.
Nos
quedan apenas entre 18 y 24 meses para actuar. Seguir durmiendo sería
irresponsable, pues, nuestros desequilibrios macroeconómicos se aceleran cada
día mas y con ellos, comienza a ser muy realístico el riesgo de entrar en
default o de suspender los pagos de nuestra deuda externa ya a finales de este
mísmo año, con todo el daño de imágen internacional que ello conlleva para un
país como el nuestro, quinto productor mundial de petróleo y miembro de la
OPEP. El mundo no entendería eso. Y nosotros tampoco.
En
fin todo lo propuesto aqui habría que hacerlo con la máxima urgencia si
queremos evitar el conflicto social y la inestabilidad política. Guerra avisada
no debería matar soldados. Si, no debería ...
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