En el referéndum del 5 de julio, el pueblo griego ha dicho que No al
chantaje de las instituciones (FMI, Unión Europea y Banco Central) que en
nombre del capital financiero pretendían imponerle nuevos recortes a cambio de
mantener unos préstamos que sólo servían para pagar la deuda a los
especuladores. Lo ha dicho de manera clara e inequívoca, con más del un 60% de
votos No, mientras que los del Sí no llegan al 40%.
Esas instituciones pretendían que el gobierno Tsipras aplicara al
memorándum de acuerdo con la Troika firmado por el gobierno anterior. Y claman
contra lo “antidemocrático” de convocar un referéndum. Pero precisamente
Tsipras fue elegido con un compromiso de no aplicar ese memorándum.
Las exigencias de las “instituciones” supondrían un nuevo infierno para
el pueblo de Grecia. Incluían exigencias como rebajar las pensiones, eliminando
el equivalente de nuestros “complementos a mínimos”, cuando un 45% de los
pensionistas griegos ya vive por debajo del nivel de pobreza.
Los presidentes de los anteriores gobiernos griegos habían pedido
unánimemente el sí. No es de extrañar, porque hasta ahora todos los gobiernos
griegos, ya fueran de “izquierdas”, como el del Pasok de Papandreu,
“tecnócratas”, como el impuesto directamente por la Unión Europea en la persona
de Lukas Papadimos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo, o de
“derechas”, como el de Samaras, habían dicho que no había otro remedio, otra
posibilidad, que acatar las órdenes de la Troika, aunque sumieran al pueblo
griego en la ruina. Tras el resultado del referéndum, Samaras ha dimitido. Que
no sea el último.
Es lo mismo que dicen todos los gobiernos, escudándose en que las
exigencias de Bruselas -que habla en nombre del capital financiero- no pueden
ser desobedecidas. Es lo que dice el gobierno Hollande-Valls en Francia, que
prometió “acabar con la austeridad”, y que ahora aplica los recortes por
decreto-ley, porque no cuenta con mayoría parlamentaria para hacerlos votar. Es
lo que nos dijo Zapatero en 2010, lo que ha venido diciendo Rajoy estos años,
es lo que nos dijo el gobierno de coalición PSOE-IU en Andalucía, cuyo
vicepresidente, Diego Valderas, explicaba que los recortes debían ser aplicados
“por imperativo legal”.
Esos dirigentes sometidos a las multinacionales tienen la desfachatez de
hacer estos alegatos en nombre de los trabajadores, como si los obreros
alemanes o españoles fuesen acreedores del pueblo griego. Son ellos los que han
impuesto al pueblo griego dos rescates y le están sangrando con los intereses
usurarios del dinero “generosamente prestado”. Ese juego criminal, que no lo
hagan en nuestro nombre.
Ahora, desafiando la brutal campaña de todos los gobiernos y las
instituciones de la Unión Europea, el voto del pueblo griego ha acabado con
todas esas vanas excusas. Ha demostrado que se puede decir NO a las exigencias
del capital financiero y sus instituciones.
No es la primera vez. Los trabajadores y los pueblos de Europa, que
defienden sus derechos y sus conquistas sociales con sus propios métodos de
lucha de clases, han aprovechado cualquier oportunidad para expresar su
rechazo, como hicieron el pueblo de Holanda y el de Francia en el referéndum
sobre la “Constitución” Europea, o el de Irlanda en un primer referéndum.
Un cúmulo de presiones antidemocráticas
No ha sido fácil para el pueblo griego dar este paso. Desde el mismo
momento en que el gobierno Tsipras anunció la convocatoria del referéndum se
han sucedido las descalificaciones y las presiones. Empezando por descalificar
la propia convocatoria. Los mismos que jalean al gobierno Hollande aplicando
los recortes sin contar con el Parlamento se rasgan las vestiduras ante la
convocatoria de un referéndum para que el pueblo decida.
Luego han venido las amenazas directas al pueblo de Grecia. Que si va a
ser la ruina, que si van a quebrar los bancos, que si el turismo va a huir, que
si van a ser expulsados de “Europa”… Amenazas de palabra que se combinaban con
una actuación práctica: redoblaban la fuga de capitales -que no ha cesado desde
el momento de subida de Tsipras al gobierno- obligando al gobierno a decretar
un cierre bancario y un corralito sobre los depósitos
bancarios.
El cerco lo han cerrado los dirigentes de la llamada socialdemocracia
europea que uno tras otro se han lanzado a presionar a Tsipras para llegar a un
acuerdo en los términos impuestos por la Troika intentando enfrentar a los
pueblos del norte contra los del sur y a todos contra todos. Particular
responsabilidad tienen los dirigentes del SPD socios de Merckel, Renzi que se
ha lavado las manos como los laboristas británicos o Pedro Sánchez que
condenaba el referéndum y ha hecho responsable de la situación al Gobierno de
Tsipras, y ahora dice que respeta la voluntad del pueblo griego pero que
Tsipras tiene que aplicar una larga y brutal lista de recortes. Lo cual no
tiene nada que ver con el interés de los trabajadores del Estado español. ¿Qué
intereses defienden esos dirigentes? ¿Ese es el fondo de la “reforma de las
instituciones” de la que tanto hablan los “socialistas europeos”?
Y la quinta rueda del carro del sí ha sido la campaña del Partido
Comunista Griego (KKE) de denunciar por igual al FMI y a Tsipras y promover la
abstención.
El gobierno Tsipras no es un gobierno revolucionario, ni pretende serlo.
Ni es un gobierno rupturista con respecto a la Unión Europea. Todo lo
contrario, desde que asumió el poder, y durante cinco meses, ha tratado de
llegar a una acuerdo con la Unión Europea y la Troika, aceptando parte de los
recortes que le pretendían imponer. Y ha convocado el referéndum sólo con la
idea de conseguir “mejores condiciones” en las negociaciones. Así lo expresaba
en el diario El Mundo, cinco días antes del referéndum, Panos
Skurletis, ministro de trabajo del gobierno Tsipras, que declaraba el 30 de
junio que si triunfaba el No en el referéndum “lo que provocará es que
las negociaciones se retomen y los acreedores y las instituciones vuelvan a la
mesa más maduros”. Un día después, el propio Tsipras enviaba una carta al
Eurogrupo en la que se mostraba dispuesto a aceptar casi todas las condiciones
que le imponían. Inmediatamente después del referéndum, Tsipras anunciaba su
petición de reanudar las negociaciones con la UE. A pesar de estas
vacilaciones, que no favorecían en absoluto el triunfo del No, el No ha
superado al si por más de un 20% de votos. Aunque no hay que olvidar que la
desconfianza y la desesperación tras años de recortes han hecho que casi un 40%
del censo se haya abstenido.
Y ahora, cómo continuar la lucha
La victoria del No es una victoria de todos los pueblos de Europa contra
todos los gobiernos que han pretendido llevar hasta el fin el chantaje contra
Grecia, como llevan el chantaje contra todos los pueblos, es una derrota del
FMI, de la Unión Europea y del propio capital financiero que pretende utilizar
la crisis y las dificultades para acabar con salarios, pensiones y derechos
(recordemos, por ejemplo, que al otro lado del Atlántico, exigen al gobernador
de Puerto Rico, que acaba de anunciar que la deuda de su Estado es impagable,
que acabe con el salario mínimo como una de las condiciones para recibir
ayudas)
Este sentimiento lo compartían los miles de trabajadores y jóvenes que,
en distintas ciudades del Estado español y de toda Europa, se movilizaban la
semana pasada contra el chantaje al pueblo griego y por la victoria del No. Por
eso, la victoria del No es un llamamiento a todos los pueblos de Europa a
rebelarse contra los recortes democráticos y sociales, a acabar con las
instituciones corruptas y parasitarias de Bruselas, organizadas al servicio del
capital financiero, y a luchar por la Unión Libre de pueblos y naciones de
Europa, que sólo puede construirse acabando con el entramado antidemocrático de
la Unión Europea.
Esta derrota de los partidarios de los recortes debe traducirse en todas
partes. En el Estado español, pone sobre la mesa una cuestión inmediata: cómo
puede osar Rajoy, en estas condiciones, con seguir adelante con sus planes de
promulgar 48 leyes antiobreras más en lo que queda de legislatura, con su
planes de aprobar a toda prisa los Presupuestos de 2016 para imponérselos al
próximo gobierno central y a todas las autonomías y ayuntamientos. ¡Ni día más
Rajoy, cómplice del chantaje fracasado al pueblo de Grecia!
Tras la victoria del No, el chantaje contra Grecia no se va a detener.
Todo lo contrario, las primeras declaraciones de diversos portavoces de los
gobiernos europeos, del Banco Central y de los que han colaborado en el cerco
van en la línea de continuarlo. Por eso, independientemente de la opinión que
se tenga sobre el futuro de las instituciones “europeas” o sobre la política de
Tsipras, y la nuestra es de sobra conocida, es el deber de todo militante obrero,
de todo defensor de la democracia, y es la responsabilidad de las
organizaciones obreras y populares, organizar la movilización para defender la
victoria del no con actos públicos, tomas de posición de las instancias de
nuestras organizaciones y acciones en la calle. Todo ello sin olvidar que la
mejor ayuda que podemos prestar al pueblo griego es arreciar la lucha para
acabar con Rajoy ya.
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