Cinco grandes
acciones violentas de la derecha venezolana lograron ser desactivadas durante
2019. Eso explica, en parte, por qué el país llega a fin de año con una
tranquilidad que sorprende a muchos. La última gran operación debía tener lugar
el 15 de diciembre. Parte del plan consistía en el ataque a dos cuarteles en el
este Sucre, oriente del país, que debían conectarse con acciones similares en
los estados de Zulia, Táchira, Barinas, Aragua y Caracas.
Si Venezuela está en
calma para este fin de año es porque, entre otras cosas, varias de las acciones
violentas lograron ser desarticuladas en el momento o antes de que ocurrieran. Al
mismo tiempo la movilización del chavismo que expresa la resistencia del pueblo
trabajador, que hoy es alimentada por el ascenso en el continente, el panorama sería
profundamente diferente si uno de esos planes se hubiera materializado con
éxito.
Es parte de las
razones de la crisis de la oposición, que se acerca a enero dividida, sin
iniciativa política, envuelta en escándalos de corrupción y con la
administración de Trump desconfiando de las capacidades de la derecha
venezolana ante los evidentes fracasos.
La fecha clave es el
5 de enero: ese día se sabrá si Juan Guaidó seguirá como presidente de la
Asamblea Nacional y por lo tanto reconocido como presidente encargado por parte
de EEUU, o si será desplazado por otro sector. Mientras tanto los planes de
acciones violentas no se detienen. Hace ya varios años que un sector de la
oposición solo apuesta a una salida violenta, y que la política norteamericana
construye acciones encubiertas para lograr el derrocamiento del presidente Nicolás
Maduro.
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