El presidente de la República, Nicolás Maduro, recibió en el
Palacio de Miraflores, en Caracas, a la movilización de trabajadores que
celebran el centenario de la Revolución de Octubre, desde donde destacó la consolidación
de las cinco dimensiones socialistas a 100 años de la revolución bolchevique
Maduro
recordó como los campesinos, obreros y soldados cansados de la explotación de
los imperios tomaron el poder en busca de liberarse del yugo de la explotación
capitalista. “Si algo tuvo el pueblo bolchevique fue que por primera vez el
pueblo tomó el poder en su manos”, destacó
¿Por
qué triunfó la revolución rusa?
Maracaibo 07-11-2017 colectivo trabajo juventud (cortesía del periódico
información obrera España)
Por: Xabier Arrizabalo
Enseñanzas para la clase
trabajadora hoy
Como siempre en esta serie de artículos de Información
Obrera,abordamos la experiencia de la Revolución Rusa desde el punto
de vista de los intereses de la clase trabajadora hoy, es decir, buscando las
enseñanzas que nos aporta para nuestro combate actual. Desde esta perspectiva,
una pregunta ciertamente pertinente es la que da título a este texto: ¿por qué
triunfó la insurrección que lleva a la toma del poder por la clase obrera,
estableciendo efectivamente el primer Estado obrero de la historia (salvando la
limitada experiencia al respecto de la Comuna de París en 1871)?
Como explicó
certeramente Trotski en su conferencia “En defensa de la revolución rusa”
pronunciada en 1932 en Copenhague, hay una serie de factores que confluyen en
que, en palabras de Lenin, la cadena imperialista se rompa por el eslabón más
débil. Es decir, que la revolución triunfe en la sociedad atrasada que es
Rusia. En primer lugar, hay tres cuestiones que, en sí mismas, tienen un
carácter revolucionario: la devastación que provoca la guerra, la penuria a que
lleva la concentración de la propiedad de la tierra y el conflicto que supone
la existencia de nacionalidades oprimidas. En segundo lugar, la incapacidad de
afrontar esa situación por parte de las viejas clases dominantes (como se
aprecia en particular en la decrepitud del zarismo), así como la incapacidad de
tomar el relevo por parte de la burguesía (cuya debilidad política se aprecia
en especial en la esterilidad de la apuesta por la Duma). En tercer lugar y en
positivo, el peso social del proletariado a pesar de su limitado peso numérico,
más la escuela que había supuesto la revolución de 1905 (“ensayo general” según
la fórmula de Lenin), especialmente en cuanto a la experiencia de los órganos
radicalmente democráticos que son los soviets, más, presidiendo todo, la
organización política de la clase obrera, independiente de todo compromiso con
las clases dominantes y sus instituciones, que es el partido bolchevique.
En un artículo previo explicamos la necesidad de la revolución,
como única vía para poner fin a la sangría de la guerra, pero no sólo a eso
sino, más ampliamente, al bloqueo al desarrollo de las fuerzas productivas
impuesto por las exigencias de la rentabilidad. Pero la necesidad no garantiza
su realización. Ésta requiere también el impulso político que, en Rusia, sólo
se comenzará a decantar por el partido bolchevique desde la formulación de las Tesis
de Abril de Lenin, que señalan inequívocamente el camino a la
insurrección.
¿Cómo valorar todo esto
desde la perspectiva actual? Desde luego, las analogías no pueden ni podrían
ser plenas. Sin embargo, hay elementos que sí muestran cierta posibilidad de
comparación, más allá de las particularidades de cada caso. En primer lugar, la
profundización de la destrucción económica y la regresión social en torno a la
crisis, las guerras y presidiendo todo, la desvalorización de la fuerza de
trabajo. Y en segundo lugar, la grave crisis política que se aprecia por
doquier, revelando la incapacidad de una salida al menos relativamente ordenada
a los problemas: desde la potencia imperialista dominante, Estados Unidos,
sacudida por los vaivenes de la nueva presidencia que revelan la ausencia de un
proyecto cohesionado y coherente; hasta la UE, todavía menos unión y menos
europea, cuya implosión se presenta como una hipótesis plenamente plausible y,
en todo caso, mucho más que hace apenas diez años. Pasando por el conjunto del
territorio mundial, con especial énfasis en Palestina y todo Oriente Medio, en
América Latina, en el Magreb, etc. Y específicamente en el caso español, donde
cada día se profundiza más la crisis del régimen de la restauración borbónica,
impuesto por la dictadura con la aquiescencia de las direcciones de las
principales organizaciones del movimiento obrero.
Entre las diferencias
hay una muy sustantiva empero: el partido obrero independiente que puede
efectivamente articular exitosamente la lucha de la clase trabajadora por sus
aspiraciones. Para lograrlo no hay atajos, sólo la acción política consciente
que agrupe a sectores cada vez más amplios de la clase trabajadora, sobre la
base de la defensa incondicional de sus reivindicaciones. Una política de
Frente Único Obrero (FUO) como la que siguió el partido bolchevique incluso
contra el intento de golpe militar de Kornilov (septiembre de 1917),
combatiéndolo sin poner el acento en denunciar en ese momento a Kerenski, que
les había ilegalizado, perseguido, etc. O con la consigna de “todo el poder a
los sóviets”, defendida desde la llegada de Lenin y la formulación de las Tesis
de Abril sin tener mayoría en ellos, para llevar que los partidos obreros
contrarios a la toma del poder (el menchevique y el socialista revolucionario
de derechas) a hacerse con el gobierno y así romper con el gobierno provisional
continuador de la Duma otorgada por el zar y partidario de que Rusia continuara
en la guerra imperialista. O la asunción de la política de reparto de la tierra
de los latifundios entre los campesinos, que era la posición de los socialistas
revolucionarios de izquierdas para ganárselos al FUO (y campesino), para
impulsar la revolución. Hoy la necesidad del FUO se revela en todos los
ámbitos, en la defensa de la enseñanza y la sanidad públicas, en la lucha
contra la represión a los sindicalistas, en el combate contra los despidos…
Xabier Arrizabalo
Comentarios
Publicar un comentario