Maracaibo
15-6-2017
Declaración
de Labour News
Un
voto de resistencia por el Partido Laborista que hace tambalear al gobierno
conservador
Con las elecciones generales que acaban de
celebrarse se ha abierto una importante etapa de la crisis del gobierno y de
todos los gobiernos europeos. El resultado de la votación –los conservadores
pierden la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes y el Partido Laborista
gana 31 escaños– es una derrota humillante para Theresa May que había convocado
estas elecciones anticipadas con el fin de consolidar su mayoría. May creía
poder apoyarse en el voto a favor del bréxit y en las divisiones internas del
Partido Laborista para imponer una mayoría conservadora sólida en el Parlamento
y domesticar así a sus opositores dentro de su propio partido.
El Partido
Conservador necesitaba poder apoyarse en una mayoría más fuerte para seguir
imponiendo las políticas de recortes presupuestarios y de destrucción de
derechos de la población trabajadora y para poder negociar los términos del
bréxit. Contaba para ello con el apoyo de los principales dirigentes europeos y
responsables de la Unión Europea que veían también la necesidad de un gobierno
británico fuerte que permitiera salvar a la Unión Europea del hundimiento.
Al dar el 40% de los votos a
los candidatos del Partido Laborista dirigido por Jeremy Corbyn, los
trabajadores, los jóvenes, los parados han indicado claramente su voluntad de
romper con los decenios de política de austeridad impuesta por los conservadores
y antes por Tony Blair y Gordon Brown, que representan la derecha del Partido
Laborista (New Labour/Progress). Hace apenas un mes los sondeos preveían una
victoria aplastante de los conservadores. En unas pocas semanas decenas,
cientos de miles de militantes, afiliados y simpatizantes del Partido
Laborista, del movimiento Momentum, de los sindicatos han entrado en campaña y
han dado un giro a las elecciones. Para lo que han podido apoyarse en el
manifiesto electoral del Partido Laborista que está en ruptura con todos los
anteriores: renacionalización de los ferrocarriles, revalorización del salario
mínimo, supresión de los contratos “cero euros”, eliminación de las tasas
universitarias, renacionalización e inversiones masivas en el Sistema Nacional
de Salud, ruptura con las leyes antisindicales introducidas por Thatcher y
agravadas por todos los sucesivos gobiernos.
No es casual que la
participación haya alcanzado un nivel récord desde 1997 con un 68,7%, es decir,
un 2,6% más que en 2015. El último día para las inscripciones en las listas
electorales se inscribieron 600 000 nuevos electores, de los que dos tercios
tenían menos de 34 años. El laborismo se ha hecho con la mayoría de los escaños
en las circunscripciones donde la participación ha aumentado en al menos un 5%
desde 2015. Es un doloroso fracaso para los que dentro del Partido seguían
atacando a Jeremy Corbyn, acusándole de ser responsable de la futura derrota
del Partido. Es un fracaso para aquellos que, desde la derecha del Partido, han
apoyado y aplicado las medidas de austeridad de los conservadores.
En Inglaterra el Partido
Laborista progresa un 10% y un 12% en el País de Gales. En Escocia, donde el
Partido había sufrido una humillante derrota en 2015, se recuperan seis
escaños. Pero las elecciones en Escocia han representado principalmente el
hundimiento del principal partido, el Partido Nacional Escocés, el SNP. Con un
13% menos de votos, el SNP pierde 21 escaños de los 56 que tenía. El
hundimiento del SNP ha beneficiado básicamente a los conservadores (limitando
así su propio hundimiento a nivel nacional puesto que han ganado 12 escaños en
Escocia). Los electores escoceses han rechazado la propuesta de un nuevo
referéndum sobre la independencia de Escocia, la política de sumisión total a
las instituciones de la Unión Europea y las políticas de austeridad aplicadas
en Escocia por el SNP.
Estas elecciones han
demostrado, incluso en Escocia, que la política de nuestro partido, el Partido
Laborista, puede volver a ser la herramienta que organice la resistencia de la
clase obrera y de las clases populares para imponer una política socialista.
Tras estas elecciones, a la
cabeza del país hay un gobierno minoritario. May no tiene otra opción para
mantenerse que establecer alianzas con los peores reaccionarios del DUP
(Partido Unionista Democrático). Este partido opuesto al derecho al aborto, a
los derechos de las mujeres, al matrimonio de las parejas homosexuales, sólo
sirve para una causa: impedir por todos los medios la unificación de Irlanda y
mantener el control británico sobre una parte de la misma.
Ya se están elevando voces
dentro del Partido Conservador oponiéndose a semejante acuerdo o reclamando la
salida de Theresa May (el ex canciller de Cameron, George Osborne, habla de
ella como de una muerta viviente). Hemos entrado en una crisis irreversible en
la que no hay estabilización posible a corto o medio plazo. Si se mantiene, por
el momento sin garantías, este gobierno tendrá que imponer por la fuerza sus
decisiones al país. Pero no se tambalean solo las instituciones británicas,
sino todo el edificio hoy en ruinas de las instituciones de la Unión Europea.
Guy Verhoftstadt, el negociador del bréxit por el Parlamento Europeo, ha
declarado: “Otro gol en propia meta. Primero Cameron, ahora May, lo que hará
mucho más complicadas unas negociaciones ya complejas.”
La crisis que zarandea a la
Unión Europea no es una crisis de tal o cual forma de gobierno burgués. Es la
crisis de todas las formas de gobierno de la burguesía. Es lo que muestran las
salvas que acaban de sacudir a cuatro de los estados europeos más importantes.
En junio de 2016 la victoria
del bréxit amalgamaba una votación popular contra la política de la UE con la
política de una parte de los círculos directivos del imperialismo británico que
manifestaban su voluntad de apartarse de una UE cuya economía va hundiéndose
sin cesar y reorientar la actividad de la City hacia Wall Street, Asia y África
a fin de preservar su lugar de primera plaza financiera del mundo. Echaron a
Cameron y la mayor incertidumbre se cierne sobre las formas de realizar el
bréxit.
El 4 de diciembre de 2016
Matteo Renzi, presidente del Consejo italiano sufrió un descalabro total en el
referéndum que él mismo había provocado para reformar la Constitución.
En Francia el presidente
François Hollande decidió no volverse a presentar. El anterior presidente,
Nicolas Sarkozy, fue eliminado en las primarias de la derecha. Manuel Valls,
primer ministro saliente, fue eliminado en las primarias de la izquierda.
Finalmente, los candidatos de los dos principales partidos que dominan la vida
política francesa desde hace 70 años, los republicanos y el Partido Socialista,
fueron eliminados de la segunda vuelta. Jean-Luc Mélenchon, candidato que
encarnaba la ruptura y la continuidad con cinco meses de movilización y huelgas
contra la reforma laboral de la ministra El Khomri. En una segunda vuelta entre
Macron y la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen, 16 millones de
electores prefirieron votar en blanco o abstenerse. Un mes más tarde, más del
50% de los electores se negaban a votar en las elecciones legislativas, cosa
nunca vista en Francia.
En Alemania, tras la
dimisión del vicecanciller Gabriel como principal dirigente del Partido
Socialdemócrata, éste ha sufrido tres graves derrotas en las elecciones
regionales, incluso en Renania del Norte / Westfalia, bastión socialdemócrata.
Con ello, de cara a las elecciones legislativas de otoño, está en entredicho la
posibilidad de renovar la gran coalición entre el Partido Socialdemócrata y la
democracia cristiana de Merkel, única posibilidad de gobierno estable.
A pesar de la profunda
crisis de todos los gobiernos, a pesar del movimiento de resistencia organizado
en el Partido Laborista dirigido por Jeremy Corbyn, como el año pasado en las
huelgas (de ferroviarios, de médicos internos, de controladores aéreos, etc.),
siguen lloviendo los peores ataques. Esos problemas están en el centro de los
problemas que se plantean a los trabajadores y militantes en todo el resto de
Europa.
Apoyamos, pues, el
llamamiento lanzado por el Acuerdo Internacional de los Trabajadores (AIT) a
una Conferencia Mundial Abierta a celebrar en Argel en octubre de 2017,
coincidiendo con el centenario de la Revolución rusa.
Como fórmula ese
llamamiento, “¿qué primeras lecciones podemos sacar de las luchas que la clase
obrera, la juventud y los pueblos oprimidos emprenden en este nuevo periodo?
¿Qué lecciones podemos sacar
de las posiciones políticas tomadas por las diferentes fuerzas y corrientes que
se reclaman del movimiento obrero y antiimperialista?
¿Qué lecciones sacamos de
los métodos adoptados en cada uno de nuestros países para superar los
obstáculos y dar los primeros pasos serios para agrupar masivamente a la clase
obrera en su propio terreno y con sus propias posiciones?
¿Cómo apoyarnos unos a otros
en esta batalla?
Para debatir y hallar
soluciones sobre estas bases comunes, asumimos la responsabilidad de invitaros
a participar en esta conferencia mundial abierta, iniciativa del AIT.”
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