España: ¡Nadie quiere gobernar con Rajoy!
Todas las semanas el POSI publica esta carta sobre temas de actualidad
Veinte
días después de las elecciones del 26 de junio, en las que el PP fue la fuerza
más votada pero quedó muy lejos de la mayoría absoluta, parece establecerse un
hecho: ninguna de las demás formaciones políticas, ni de derechas ni de
izquierdas, está dispuesta a formar parte de un nuevo gobierno de Rajoy.
Ni
siquiera Ciudadanos, que comparte con el PP su ideario económico, ni los
“nacionalistas” catalanes y vascos que no sólo comparten la política económica,
sino que, además, cubriéndose con el manto soberanista, han ido en muchos
aspectos aún más lejos como en la aplicación de la LOMCE o de los planes de
austeridad (ahí están los fallidos presupuestos de la Generalitat que no se
aprobaron porque la CUP los rechazó) quieren gobernar con Rajoy.
Por
el momento, todos aseguran que no entrarán en el gobierno y que no apoyarán su
investidura. Como mucho algunas formaciones -como Ciudadanos- admiten que están
dispuestos a abstenerse, siempre que sean otros los que voten a favor de su
investidura. La mayoría insiste en que seguirá votando no.
Pero,
responderán algunos, aún queda tiempo para que le apoyen en la investidura. Es
verdad que en una segunda o tercera votación pueden abstenerse, permitiendo un
gobierno del PP sin mayoría en Cortes que le apoye. Pero en este caso, ¿qué
gobierno saldría, sólo con el apoyo de la “asociación de malhechores” que es el
PP? Un partido que sólo cuenta electoralmente con el apoyo del 20 por ciento
del censo y tiene la hostilidad abierta de la gran mayoría de la población. Un
gobierno muy débil para hacer frente a una tarea difícil.
¿Por
qué se niegan a apoyarle?
Hay
que recordar cuál es el papel del futuro gobierno. El capital financiero y sus
instituciones, como la Unión Europea y el FMI, exigen un plan de guerra contra
los trabajadores y los pueblos. Obama acaba de venir para, de paso que visita a
sus tropas, recordar sus tareas a las formaciones políticas más votadas. La
Unión Europea le amenaza con una multa de 2.000 millones, por no haber
recortado lo suficiente, exigiéndole un recorte de 15.000 millones de euros
adicionales en 2017 para cumplir con los límites del déficit. Además de nuevas
“reformas”, es decir, más recortes de derechos laborales y sociales. Y
sometiéndole a una estrecha tutela para que ejecute los planes precisos que le
vayan dictando.
El
problema es que la gente está harta de recortes, y los pueblos están igualmente
hartos de ver negados sus derechos a decidir y de todos los atentados a la
democracia. La mayoría del Congreso, como recuerdan los sindicatos, ha sido
elegida para que derogue la reforma laboral, la ley mordaza, el 315, la
LOMCE/3+2, para que cree empleo y rescate la sanidad, etc. Y el derecho a
decidir está tan representado que es la llave para un pacto de izquierdas.
Aplicar incluso en parte los planes del capital exigiría un acuerdo de todas
las fuerzas, y en particular el apoyo activo o pasivo de los partidos que
hablan en nombre de la clase trabajadora, la juventud y los pueblos, sobre todo
de los sindicatos obreros, poco más o menos que un nuevo Pacto de la Moncloa…
pero el patio no está para estos juegos, en todo caso ahora.
El
borrador de programa gubernamental que Rajoy ha repartido a los grupos
parlamentarios, a poco que se lea entre líneas, es una película de terror.
Propone entregar a los banqueros y grandes empresarios todo lo que piden y para
ello ajustar hasta donde haga falta las condiciones de vida de la mayoría. Solo
un ejemplo, quiere extender y generalizar las rebajas de cotizaciones a las
empresas y a partir de eso y de los bajos salarios, calcular pensiones que sean
“sostenibles”. Todo son conscientes de que apoyar a un nuevo gobierno del PP,
manteniendo todos los recortes y más aún apoyarle en aplicación de recortes
nuevos, pondría en peligro a las propias organizaciones. Y como el gobierno no
tiene mayoría en Cortes, cada nuevo recorte exigiría nuevos apoyos, comprometiendo
a quien los otorgue.
La clase no ha sido
derrotada
La
clase trabajadora y sus conquistas han sufrido fuertes golpes. En buena medida,
los trabajadores se encuentran a la expectativa. No cabe duda de que no tienen
instrumentos políticos adecuados (El Partido Socialista está en sus horas más
bajas desde la muerte de franco, Izquierda Unida se ha sumergido en la
coalición con Podemos abandonando todos los elementos de ruptura que había en
su programa y la confluencia “emergente” tiene visos de cartucho mojado). Los
sindicatos llevan años sin plantar cara al gobierno de los recortes.
Pero
en su conjunto, la clase trabajadora no ha sufrido la derrota aplastante que
sería necesaria para aplicar los planes del capital financiero. Al mismo
tiempo, los diferentes pueblos que componen hoy este Estado exigen sus derechos
sin la tutela ni de la monarquía, ni de Bruselas. Arriba saben que en cualquier
momento puede desatarse una explosión social que coloque a las organizaciones
sindicales a la cabeza, como ha sucedido en Francia.
Todo
ello alimenta el pánico a comprometerse con Rajoy. A la vez que las
instituciones del capital financiero exigen y presionan para que se le preste
apoyo. En el comité federal del PSOE se ha evidenciado que los voceros del
capital y los agentes del aparato de Estado dentro de las organizaciones de los
trabajadores tienen dificultades para colar sus exigencias.
La
crisis del régimen
La
incapacidad de formar una mayoría de gobierno tras dos elecciones sucesivas
demuestra que la crisis del régimen no se ha cerrado ni mucho menos. En primer
lugar, porque la clave de arco de ese régimen, la Monarquía, ya no es capaz de
desempeñar el papel de Bonaparte, mediador entre las clases y las fuerzas
políticas y sociales, para contener la dislocación del Estado. A ello se une,
agravando la situación, la implosión de la Unión Europea, que se produce a
pesar del apoyo unánime de las fuerzas de “izquierdas” y de “derechas” (en el
Estado Español, desde el PP a Unidos Podemos), aunque algunos, que parecen no
ver lo que tienen ante las narices, pidan “más Europa”.
Las
dificultades de formar gobierno son en realidad una consecuencia de la crisis
del régimen monárquico, en un marco persistente de crisis económica, que no es
sino el producto de la descomposición del sistema de propiedad privada de los
medios de producción. Los intereses de los trabajadores y de los pueblos
demandan que la clase trabajadora se dote de medios para, en alianza con los
pueblos, dar una salida a esa crisis.
Lo
más urgente es echar a Rajoy del gobierno. Más de 230 sindicalistas,
trabajadores, jóvenes de distintas organizaciones y sensibilidades políticas
han firmado ya una carta a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón
pidiéndoles que no permitan que Rajoy gobierne.
A
esta petición se adhieren día a día nuevos compañeros y los promotores están
preparando delegaciones a cada uno de los destinatarios con esta solicitud:
“Nos dirigimos a vosotros para pediros que os pongáis de acuerdo para no
permitir, ni por activa ni por pasiva, un nuevo gobierno de Rajoy, para
organizar la oposición a esa posibilidad, tanto en las Cortes como en la
movilización.”
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