Una deshonrosa maniobra
Marc Gauquelin
Editorial, Informations Ouvrières
394 del 24 de marzo.
El martes 22 de marzo, a las
ocho de la mañana, el horror se desató una vez más en el corazón de Europa.
Después de Paris e Estambul (hace unos pocos días), es en Bruselas que se hizo está nueva incursión en el
continente europeo de la guerra que
asola el Medio Oriente, arrasa sus pueblos bajo las bombas y arroja, en
condiciones trágicas , a millones de hombres , mujeres y niños en las
carreteras del exilio.
La historia revelará, a su
hora, la verdadera cara de las fuerzas (y de los potentes intereses materiales)
escondidos detrás de los delincuentes y traficantes, reclutados en el mantillo
de la descomposición social de nuestras sociedades para servirles de
instrumentos y aterrorizar, a ciegas, toda la población. No es el objeto de esta nota.
En cambio, después del
horror que inspira. Legítimamente este acto de terror bárbaro, lo que llama la
atención de cualquier trabajador o ciudadano que reflexiona remotamente, este
martes 22 de marzo, es la celeridad con la que reacciona este gobierno. Un
gobierno no obstante encenegado en la
reforma constitucional, la privación de nacionalidad, la prorrogación del
estado de emergencia…
Unas horas a penas después
del anuncio de la carnicería, el presidente François Hollande, se apresura, al
salir de una reunión del Consejo estratégico de atractividad, para hacer un
llamamiento: “tenemos que garantizar más que nunca nuestra unidad, al nivel
europeo, mundial (…) pero la unidad más indispensable, es al nivel nacional y
cada uno debe ser consciente de que en este periodo, debemos insistir en el
reagrupamiento, en la cohesión y también
en la solidaridad. “
Nos permitiremos, en estas
circunstancias trágicas, hacer una pregunta:
¿En qué “la unidad nacional”
se habría vuelto de repente una condición para que el Estado- encarnado, en el
marco de las instituciones anti democráticas de la V República, por el
presidente de la República- asuma sus responsabilidades en materia de
protección de la vida de los ciudadanos de este país?
¿ En qué, el “reagrupamiento
en la cohesión”, detrás de este gobierno directamente y masivamente
comprometido en la guerra en el Medio Oriente,
se habría vuelto una condición impuesta al pueblo de este país a cambio
de garantizar su seguridad?
¿En qué los acontecimientos
trágicos de Bruselas, el dolor de las víctimas, tendrían que justificar este
chantaje? A menos que se trate de otra
cosa…
A menos que cuarenta y ocho
horas antes de la presentación de la ley El Khomri ante del Consejo de
ministros (el 24 de marzo), el gobierno intente con este artificio grosero, en
una última maniobra inspirada por el pánico, de desactivar -lo que no consiguió
hacer hasta hoy- el movimiento que está reagrupando los trabajadores y sus
organizaciones (CGT,CGT-FO,
SUD-Solidaires), la juventud estudiante y de la enseñanza segundaria, para
arrancar la derogación de una ley que busca pulverizar el Código del trabajo y
amenaza de hacer caer más gravemente todavía
esta sociedad en la precariedad ,
la inseguridad social y el caos.
¿Lo conseguirá el gobierno
Hollande, que ha perdido casi todos sus apoyos en la población?
Los próximos ocho días que
nos separan del 31 de marzo nos lo dirán. Y los militantes obreros que somos
harán todo lo que podrán para que los trabajadores y sus organizaciones hagan
fracasar la deshonrosa maniobra de un poder acorralado.
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