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Entre los días - 8.9 y
10 de febrero el año 2016 se celebró en parís IX Congreso Mundial de la IV
Internacional con la participación de delegaciones de diferentes países
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Declaración IX Congreso Mundial de la IV
Hay una aceleración
sin precedentes de la descomposición de todo el sistema de dominación del
imperialismo. Esto se manifiesta a la vez en la amenaza inminente de
derrumbamiento del sistema financiero mundial, en la extensión brutal a Europa
de una guerra que desde hace decenios causaba estragos en el Oriente Medio y en
África, y en el desplazamiento de decenas de millones de hombres, mujeres y
niños, expulsados de sus hogares por la miseria y la guerra.
La guerra que se
extiende hoy tiene las mismas causas que las dos primeras guerras mundiales, es
como aquellas una guerra imperialista por el control de las materias primas y
de los mercados… pero no es una repetición de las mismas.
Estamos ante una guerra
de descomposición de todo el sistema de dominación imperialista. Una guerra
llena de cambios de chaqueta, de bruscos cambios de alianza, que expresan la
incapacidad de los estados imperialistas dominantes –empezando por los Estados
Unidos– para cubrir con sus propias fuerzas todas las exigencias del
mantenimiento del orden burgués a escala mundial, en particular en el terreno
militar.
En un intento
desesperado de salvar el sistema de explotación salvaje, que se asfixia bajo el
peso de sus contradicciones fundamentales, el imperialismo (incluidos todos sus
componentes, que compiten entre sí), con todo el cinismo, ha decidido poner en
escena los horrores que ha organizado. Quiere aterrorizar a los trabajadores y
a los pueblos de todo el mundo y así darse medios para dinamitar las
principales conquistas sociales y políticas logradas con la lucha secular del
proletariado, cosa que nunca consiguió. Ha decidido intentar, en la misma
operación, la voladura de todas las conquistas democráticas logradas con la lucha
emancipadora de los pueblos, arrancando su soberanía de las manos de las
potencias coloniales.
Acuciado por una crisis financiera de amplitud sin
precedentes en su historia, el imperialismo ha decidido jugarse el todo por el
todo.
Ha decidido reventar el
cerrojo que le impide realizar las condiciones indispensables para restablecer
los beneficios de los grupos dominantes del capital financiero, en un mercado
en plena recesión.
Ha decidido utilizar
la situación creada por los actos de guerra, los atentados terroristas y las
masacres que organiza a fin de crear condiciones para destruir las principales
conquistas obreras. Y para ello la emprende con la existencia de las
organizaciones que en los propios países imperialistas estructuran a la clase
obrera como clase organizada, y en los países dominados son la columna
vertebral de la resistencia de los pueblos a la destrucción de las naciones por
el imperialismo.
Es evidente, la humanidad ha llegado a una etapa crucial
de su historia
Podemos imaginar la
nueva caída en la barbarie que representaría, para el mundo entero, la
destrucción del marco jurídico y de las reglamentaciones conseguidos con 150
años de lucha de clases en los países imperialistas y parcialmente extendidos
por la lucha de emancipación nacional al proletariado de los países dominados.
En esta situación de
contrarrevolución desencadenada por el imperialismo en todos los continentes,
en esta situación de extensión de la guerra, se preparan gigantescas
explosiones revolucionarias, como las que sacudieron a Túnez y a Egipto en
2011, o la que sigue y se profundiza en Palestina, o las que se preparan en
América Latina.
Ni Europa ni ningún continente escaparán a esa oleada
revolucionaria.
Millones de
trabajadores y de militantes, a escala mundial, están confrontados con el
alcance histórico de la batalla que empieza. Comprenden que la brutalidad y la
simultaneidad del ataque en todos los continentes señalan al imperialismo y a
sus vasallos como los organizadores y responsables de todas las calamidades que
caen sobre la humanidad.
En todos los
continentes, cientos y cientos de miles se han lanzado a un proceso en el que
las necesidades más elementales para sobrevivir les empujan a buscar medios
para organizar la resistencia.
Una resistencia que
esté a la altura de la ofensiva dictada por lo que el sistema basado en la
propiedad privada necesita para su supervivencia, si es que cabe hablar de
supervivencia refiriéndonos a un sistema que no puede ofrecer otro futuro que
la miseria y la guerra.
En los países
imperialistas, el conjunto de los partidos políticos que tradicionalmente se
reclamaban de la clase obrera están sometidos a un proceso de desintegración,
rechazados por las masas por haber acompañado servilmente la política de sus
respectivos gobiernos (de derechas o de izquierdas) y por haber acompañado, a
su manera, la preparación de la ofensiva asesina que se está desplegando ahora.
En esa situación, los trabajadores tratan de darse puntos de apoyo en sus
organizaciones de clase, en particular en los sindicatos, tratando de
utilizarlas para organizar su resistencia.
Nunca ha alcanzado
tales proporciones la crisis dentro de estas organizaciones amenazadas de
desmantelamiento por la presión del capital financiero para obligarlas a que
acompañen sus planes. La existencia y la independencia de las organizaciones se
convierten así en un objetivo fundamental de la lucha de clases.
En los países
dominados, los partidos obreros o los que se reclaman del “antiimperialismo”
que se han desarrollado en la lucha para defender la nación (y que han
sobrevivido), ante la nueva ofensiva lanzada por el imperialismo, se encuentran
en una disyuntiva: o sobrevivir y desarrollarse ayudando a reunir a la nación
bajo la dirección de la clase obrera realizando las tareas democráticas
nacionales para levantarla contra las pretensiones del imperialismo y de sus
agentes oligarcas, o desaparecer.
En este terreno
común, altamente político, se está jugando, en formas propias de cada uno de
los cinco continentes, el resultado de la lucha contra la guerra y la barbarie.
En ese terreno se juega la suerte de la humanidad. Y en ese terreno se
reforzarán o se reconstruirán, tejiendo de nuevo los lazos de solidaridad a
escala internacional, los auténticos partidos obreros independientes que la clase
obrera necesita para arrancar el poder de las manos del capital financiero.
En ese marco la IV
Internacional apoya las actividades del Acuerdo Internacional de los
Trabajadores y de los Pueblos
La IV Internacional,
fiel a su programa, el programa de la revolución socialista, fiel a toda la
experiencia del combate revolucionario del proletariado, entiende que, en este
momento de giro de la situación mundial, para los revolucionarios no hay tarea
más urgente ni más decisiva que la inmersión para anclarse en el corazón de las
organizaciones de clase que vertebran el combate de las amplias masas obreras.
Los militantes
revolucionarios no pueden sustraerse a las exigencias de esa orientación. No
tienen tarea más urgente que librar ese combate, el único que puede permitir
que la clase obrera arrastre a su lado a todas las capas explotadas y oprimidas
de cada país. Al defender con ellas los derechos de los trabajadores y los
derechos democráticos amenazados, está defendiendo uno de los pilares de la
democracia política que los pueblos necesitan para emanciparse de la
explotación del hombre por el hombre.
No hay tarea más
urgente que organizarse para ayudar en cada país a los trabajadores y los
militantes, que de inmediato están dispuestos a ello, a luchar juntos, en las
formas que decidan, en relación con la historia de cada una de sus naciones,
para ayudar a los trabajadores, a las masas oprimidas y a la juventud a vencer.
La IV Internacional,
reunida en su IX Congreso Mundial, invita a todos los trabajadores, a los
militantes, a los jóvenes, a vincularse a ese combate, a participar en la
elaboración de las formas que deberá tomar en relación con los rápidos cambios
de la situación, y para ello la IV Internacional les invita a incorporarse a
sus filas.
La IV Internacional
se compromete a organizar el intercambio político permanente entre los
militantes que emprenden ese combate a escala internacional.
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