Por Daniel Orsini militante puertorriqueño del Socialist Worker
EL GOBERNADOR de Puerto
Rico, Alejandro García Padilla, ha declarado la deuda de $72 mil millones que
mantiene la isla con sus acreedores "impagable" e hizo un llamado a
los principales compradores de bonos de Puerto Rico a negociar la deuda, y al
gobierno de Estados Unidos a crear medidas que ayuden a viabilizar la economía
de la isla.
El gobierno boricua ha hecho
uso de la austeridad y la adquisición de nuevos préstamos para estabilizar la
economía de la isla. Pero este camino lo ha llevado a un círculo vicioso que
ahoga cualquier posibilidad de crecimiento económico y sólo logra aumenta la
deuda.
Entre los recortes y medidas
impuestas por el gobernador García Padilla, y su Partido Popular Democrático
(PPD), alineado al Partido Demócrata en Estados Unidos, se encuentra un cierre
masivo de escuelas públicas, un aumento del 7 al 11.5 por ciento en un impuesto
a las ventas, ataques a las pensiones de empleados públicos, recortes en los
beneficios de salud del magisterio, aumento en el impuesto al barril de
gasolina de $9,25 a $15,50, y aumentos en los precios de los servicios de agua
y de luz.
El producto nacional bruto
(PIB) de Puerto Rico ha decrecido un promedio de 2 por ciento anualmente, en
los últimos ocho años. Unos 270.000 trabajos han sido eliminados. El rápido
deterioro en la economía ha llevado a unos 140.000 residentes a dejar la isla
tan sólo en el 2014.
Esta es la más reciente
ofensiva del gobierno en su guerra contra la clase trabajadora y los pobres en
Puerto Rico. Pero no se equivoquen: el gobierno colonial es tan sólo un sello
de goma de las corporaciones multinacionales y de los buitres de Wall Street,
quienes han sido muy efectivos en dirigir a los gobernadores durante las
pasadas dos décadas en la implementación de varios paquetes neoliberales.
El
neoliberalismo boricua
Para comprender como se
llegó a esta situación será necesario revisar un poco de la historia reciente
de Puerto Rico.
En el año 1993, el Partido
Nuevo Progresista (PNP) estaba en el poder, y el gobernador Pedro Rosselló
González se perfilaba como la figura más agresiva en la historia de la isla
para imponer medidas neoliberales--en la misma tradición que Ronald Reagan en
Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña.
Con mano de hierro, Rosselló
implementó dramáticos cambios en el gobierno y la sociedad puertorriqueña. Una
de sus primeras legislaciones, "Mano dura contra el crimen",
significó la ocupación de barrios pobres y viviendas públicas por parte de la
Guardia Nacional y policía militarizada. Barricadas policiales a la entrada y
salida de las comunidades hicieron a los residentes presa fácil del
hostigamiento e intimidación de las fuerzas ocupantes. La eliminación de los
cabecillas del narcotráfico abrió una de las guerras más sangrientas vividas en
la isla por el control del mercado de las drogas.
Rosselló además privatizó un
sistema público de salud relativamente sólido con infraestructura alrededor de
todo el territorio boricua. Él vendió todos los hospitales a la mitad del valor
de mercado y emitió una tarjeta de seguro de salud de cobertura privada
utilizando fondos públicos--muy parecido a lo que más tarde fue impuesto en
Estados Unidos con Obamacare.
Previo a esto, si una
persona se enfermaba, simplemente iba al hospital y se trataba –sin necesidad
de una tarjeta de salud. Hoy día el sistema de salud en Puerto Rico está al
borde del colapso. Los doctores están desertando la isla, haciendo aumentar aún
más los ya altos costos médicos. Sumado a esto está la persistencia del
gobierno por mantener sus cuentas de servicio de salud al día, manteniendo todo
el sistema sobre arena movediza.
Más tarde, en 1998, el
gobierno PNP privatizó una de las corporaciones públicas más productivas con
las que contaba el país, Telefónica de Puerto Rico. Los trabajadores
telefónicos, organizados en sindicatos militantes y con el apoyo solidario de
otros sindicatos públicos y privados, estudiantes universitarios y la población
en general, dieron una dura batalla para evitar la venta de la compañía.
Los trabajadores telefónicos
organizaron una huelga de 41 días, conocida como la "Huelga del
Pueblo", por haber inspirado la participación de miles de individuos
alrededor del país. La huelga de dos días fue acompañada de docenas de acciones
directas y paros en centros laborales estratégicos. Pero una violenta represión
gubernamental derrotó la heroica lucha de los trabajadores y pavimentó el camino
a la venta de la Telefónica.
Rosselló se encontraba a la
ofensiva y no había movimiento social capaz de pararlo. En 1999, recortó $40
millones del presupuesto de la Universidad de Puerto Rico. Su administración
aprobó la "Ley 40", que representó un amplio ataque a los derechos de
los trabajadores públicos. En 2008 el gobierno utilizó dicha ley para
descertificar a uno de los sindicatos más democráticos y militantes, la
Federación de Maestros de Puerto Rico, luego de una huelga de 10 días, y para
declarar la huelga una acción ilegal.
Rosselló no fue ni el
primero ni el único gobernador en implementar políticas neoliberales, pero
hasta su gobernación, nadie lo había hecho de manera tan efectiva y amplia. Su
gobierno contribuyó $10 mil millones a la actual deuda de $72 mil millones.
Luego del mandato de
Rosselló, dos administraciones del Partido Popular Democrático (PPD)
mantuvieron el legado neoliberal de Rosselló, pero con un estilo más populista.
Durante las primeras dos
semanas del 2006 hubo un cierre de gobierno por culpa de una confrontación
entre la rama ejecutiva y la legislativa sobre qué tipo de medida económica
regresiva imponer para balancear el presupuesto. El PPD prefería un tipo de
impuesto al valor añadido (IVA), un impuesto popular en Latino América,
mientras el PNP buscaba la imposición de uno que se pareciera más al utilizando
en Estados Unidos, el impuesto de ventas y uso (IVU).
Las sucesivas
administraciones del PPD, comenzando con la primera mujer gobernadora de la
isla, Sila María Calderón, y terminando con Aníbal Acevedo Vilá, sumaron a la
deuda nacional 13.3 mil millones y 10.1 mil millones, respectivamente.
Cuando el PNP retomó el
poder en el 2009, el legado de Pedro Rosselló como el campeón entre los
neoliberales fue desafiado por el nuevo gobernador, Luis Fortuño Burset.
Fortuño es miembro activo dentro del Partido Republicano en Estados Unidos y un
público admirador de Milton Friedman, y en una oportunidad catalogó a Ronald
Reagan como el mejor presidente de la historia estadounidense.
En su cuatrienio, una huelga
estudiantil de dos meses hizo estremecer la isla hasta sus cimientos. Un
aumento de $800 en la matrícula estudiantil fue el detonante para la histórica
lucha que se levantó con la ocupación de los 11 recintos que comprende la
Universidad de Puerto Rico. Ante la violencia y represión de la policía, en
contubernio con guardias privados, el estudiantado boricua respondió con arte
callejero, estrategia política, ingeniosas campañas de solidaridad, y por
supuesto, autodefensa.
Pero la joya de la corona en
el cuatrienio neoliberal de Fortuño fue la "Ley Especial Declarando Estado
de Emergencia Fiscal y Estableciendo Plan Integral de Estabilización Fiscal
para Salvar el Crédito de Puerto Rico". Nadie en Puerto Rico la conoce por
ese absurdo nombre, simplemente se le llama la "Ley 7".
La Ley 7 representó el
despido de por lo menos 30.000 empleados públicos, el congelamiento de los
convenios colectivos del Estado, altos créditos fiscales para corporaciones
multinacionales, y más. Las ondas que generó el gran golpe de la Ley 7 aún
resuenan en la conciencia colectiva del pueblo puertorriqueño.
La contribución de Fortuño a
la deuda pública fue la más generosa de todas, añadió tanto como las dos
previas administraciones del PPD juntas: $23.4 mil millones. Al tiempo de su
salida como gobernador la deuda pública ascendía a unos $70 mil millones.
Y último, pero no menos
importante, el gobernador Alejandro García Padilla, el nuevo representante del
neoliberalismo en la Fortaleza (la mansión del gobernador). Él representa el
ala más conservadora dentro del PPD y se ha distinguido por su pobre liderazgo,
su estrecha relación con los intereses del capital nacional y transnacional, y
su patética aceptación del sistema colonial puertorriqueño bajo la tutela
estadounidense.
Su victoria en la elección
del 2012 fue producto de la lógica de votar por el mal menor. Muchos
independentistas, individuos que no militan en ningún partido y hasta
militantes de clase obrera del propio PNP votaron por García Padilla para
librarse del fanatismo reaganista de Luis Fortuño. Sin embargo, la luna de miel
con el nuevo gobernador tuvo corta vida. A semanas de ser inaugurado como
gobernador de la isla, García Padilla materializó los esfuerzos de Fortuño para
privatizar el aeropuerto internacional del país.
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